Acritud e insultos en la prensa de Madrid; un nerviosismo que refuerza el "inaudito editorial"
Enric Juliana | 28/11/2009 | Política
Quizá el problema principal no sea el de la eterna tensión entre uniformismo y diversidad, entre centro y periferia, entre unitaristas y federales, o entre nacionalistas de distinto signo. Quizá el más incorregible defecto de España sea el de la falta de respeto. Esa alma agreste que nunca descansa.
Alud de adhesiones al editorial conjunto en defensa del Estatut
La sociedad catalana no cesa en su apoyo al editorial pro Estatut
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Hay un vacío. Hay un defecto ancestral, apenas paliado por el aprendizaje de los buenos modales. Es un problema de fondo más que de forma. Hay en España una sustantiva falta de respeto.
La obligada respuesta de la prensa de Madrid al editorial conjunto de doce diarios catalanes sobre el Estatut y el Tribunal Constitucional confirmó ayer que el respeto, ese mecanismo de contención que te hace reflexionar unos segundos antes de apretar el botón de los insultos, sigue en horas bajas en la capital radial de las Españas. Madrid, esa gran ciudad en la que cuatro periódicos –¡cuatro!– compiten fieramente por la tutela intelectual del centroderecha. (¿Centroderecha? Bueno, con matices. Ese gran contenedor electoral al que solemos llamar centroderecha, más de un día merecería ser descrito como el centro secuestrado por la extrema derecha).
"Nazis", "cínicos", "vendidos", "sectarios", "falsarios", "rancios", "zarzueleros"... son algunos de los epítetos vertidos en las últimas cuarenta y ocho horas por algunos de los más destacados medios de comunicación capitalinos y sus satélites sobre la "inaudita iniciativa" de la prensa catalana. Ladran, luego cabalgamos, podríamos escribir embozados en el dicho. Pero no ladran. No es este nuestro estilo. No ladran; hablan y escriben. No ladran; opinan. Y dicen las cosas de tal forma que al menos tres veces al día el respeto se lo pasan por el forro. Y les gusta que sea así. Y les gusta exhibirse así.
Son cosas de Quevedo, dirá el abogado defensor. La tradición de Quevedo, sí: "Son los catalanes el ladrón de tres manos, que para robar en las iglesias, hincado de rodillas, juntaba con la izquierda otra de palo, y en tanto que viéndole puestas las dos manos, le juzgaban devoto, robaba con la derecha (...) Son los catalanes aborto monstruoso de la política. Libres con señor; por esto el conde de Barcelona no es dignidad, sino vocábulo y voz desnuda". (La rebelión de Barcelona).
¿Una pulsión irremediable? Mi amigo portugués Gabriel Magalhães me lo descifraba ayer, con desarmante simplicidad, en un mensaje remitido desde la Beira Interior, ese rincón de Portugal que linda con Salamanca y Zamora: "El problema de Madrid es que es una ciudad en la que hay que ir al grano: casi todo consiste en ir al grano. Cada uno a su grano".
El grano del diario Abc era ayer mejor que el de El Mundo. Más trabajado, más elaborado, más sinceramente preocupado por la deriva de España. Lástima de la falta de respeto en algunos pliegues de su densa argumentación. Elegante semblanza de Ignacio Camacho sobre el juez Manuel Aragón, el magistrado clave de la sentencia. El Mundo, sin embargo, nos defraudó. Esperábamos más. Editorial deshilachado y falto de brío. Leña sin estilo.
¿Ladran? No, pero cabalgamos. El nerviosismo competitivo de las derechas madrileñas afianzó ayer el inaudito editorial en el centro del debate político español.
(Y el señor Jorge de Esteban, presidente del consejo editorial de El Mundo, invoca el Código Penal: de uno a dos años de cárcel por presunta intimidación al Tribunal Constitucional. Ya nos vemos en Soto del Real. ¿Esposados y con los enseres en una bolsa de basura?)
sábado, 28 de noviembre de 2009
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