domingo, 14 de diciembre de 2008

FRAGA IRIBARNE (Editorial La Vanguardia)

PIDA EXCUSAS SEÑOR FRAGA

Don Manuel Fraga Iribarne perdió ayer una magnífica oportunidad para callarse. En el curso de un coloquio celebrado en Madrid, el ex ministro de Franco, ex embajador en Londres, propulsor de un cierto evolucionismo del viejo régimen, fundador de Alianza Popular, padre de la Constitución de 1978, ex presidente de la Xunta de Galicia y actual patrón espiritual del Partido Popular, afirmó, ante una solazada audiencia, que habría que ponderar el peso de los nacionalistas, "colgándolos de algún sitio" (sic).

La provecta edad del senador Fraga, 86 años, podría ser considerada un atenuante, pero sus palabras son del todo censurables. Observar a un hombre que se sentó en el Consejo de Ministros de Franco jugueteando alegremente con la metáfora de los ganchos resulta harto desagradable. Es inaceptable.

Sería muy de desear que Fraga pidiese excusas y que su partido iniciase una rápida gestión en tal sentido, con el mismo celo con el que ha reaccionado contra el reciente estrambote del diputado Tardà, de Esquerra Republicana de Catalunya. Sería bueno que Mariano Rajoy, consecuente con el giro acordado en junio por el congreso del Partido Popular celebrado en Valencia, se agarrase firmemente al timón centrista de la nave.

De estrambote en estrambote y tiro porque me toca. Hay un exceso de gesticulación y tontería en la actual política española (y catalana). Un exceso de teatralidad. Cuatro días después de la excursión freaky de Joan Tardà por los furores austriacistas de 1714, nada ha impedido que el Partido Popular votase el veto de ERC a los presupuestos generales del Estado del 2009. Y no hay constancia de ninguna protesta del independentismo catalán por tal alianza en el Senado.

No hay que pecar de cándidos. La política no consiste en tomar el té a las cinco, entre sonrisas, galletitas y palabras suaves. Política es rudeza. Política es enredo. Política es astucia. Política es confrontación de ideas, de estilos y de intereses. Política es gesticulación. Política es teatro. Política es carácter y pasión. Política es propaganda. De acuerdo. Es todo eso, pero en una determinada proporción y con un diálogo cierto con la realidad social. En las actuales circunstancias, con una crisis económica de fortísimo alcance y dimensión, España corre el riesgo de asistir a una grave e inédita desconexión entre sociedad y política. Digámoslo claro, crece la percepción de que todo el estamento político, bien por incompetencia, bien por exceso de cálculo partidista, no está a la altura de los acontecimientos. Este es el problema, senador Fraga.



Editorial La Vanguardia 12-12-08

martes, 9 de diciembre de 2008

¿TODO LO ESPAÑOL ES "COMUN" ?

Razón moral, razón instrumental Antoni Puigverd
El vestido constitucional sufre por todas las costuras: las carnes de España han engordado en muchos sentidos. Ha aumentado espectacularmente la grasa de la nostalgia de cada una de las dos Españas, mientras que los dos grandes partidos y sus entornos mediáticos siguen emperrados en estrangular la mejor musculatura del país: la de la tercera España. También ha engordado muchísimo la intolerancia cultural, el desprecio a la diversidad española: la llamada cuestión nacional se sigue viviendo con una mezcla de hartazgo, irredentismo y exasperación. ¿No era esta una Constitución de perfume federal? En realidad, y según ha explicado con precisión jurídica el profesor Miquel Caminal, los padres de la Constitución mediaron, henchidos de mutua desconfianza, entre dos tipos de nacionalismos: el uniformista español y los llamados periféricos. La Constitución no ha favorecido el cultivo de la herencia cultural común. Al contrario, ha permitido islas emocionales y ha fomentado las rivalidades culturales. Tan mal están las cosas que incluso es necesario definir el significado de la palabra común.Todo lo español es común, es decir, de todos: no sólo lo castellano. Pero no son pocos los intelectuales y políticos que hoy abanderan la lengua oficial para exhibir un curioso complejo de superioridad, cuando no una instintiva irritación hacia la existencia de lenguas y culturas que no todos conocen, cierto, pero que no son menos españolas que la castellana. Los sistemas de protección e igualación de las otras lenguas españolas serán políticamente discutibles, pero sólo pueden considerarse democráticamente pecaminosos desde una visión uniforme o francesa de España o desde una vivencia cultural que se considere superior a las restantes. Pero dejando a un lado los temas típicamente ibéricos (el choque de las patrias y el maniqueísmo ibérico que encuentra su más clara imagen en aquellos dos personajes que Goya pintó moliéndose a palos), el 30. º aniversario puede ser observado desde el punto de vista del cambio generacional.

Dos generaciones comparten el poder. Una de ellas, la de los sesenta, culmina su periplo. Y muy cerca de la sala de máquinas está ya la nueva, la de los cuarentones recientes (acompañados de no pocos treintañeros). Eran niños o, a lo sumo, púberes cuando Franco murió. Están libres del pesado fardo trágico. Apenas han conocido narradores directos de la Guerra Civil y las historias del franquismo y del antifranquismo se confunden en su educación sentimental con las narraciones bélicas de la historia norteamericana, que el cine y la televisión han difundido por doquier. El éxito de Soldados de Salamina fue el primer apunte significativo de la nueva mirada sobre nuestro pasado trágico. La novela de Javier Cercas se fundamenta, como los mejores westerns, en la épica del perdedor: un exiliado de una sola pieza, un hombre impasible, entero y generoso. Complemento de este personaje heroico es un malo entrecomillado, lleno de matices, un poeta falangista, con el que el lector acaba empatizando. Ya no hay dolor ni tragedia en la Guerra Civil de Cercas, sino una mezcla muy sugestiva, definitivamente literaria, de épica y lírica.

Los sesentones que protagonizaron la transición en compañía de otras generaciones más provectas empiezan a abandonar la vida pública, aunque muchos siguen en el candelero. Es la generación Pasqual Maragall y Felipe González. Una generación muy aficionada a lo que Josep Pla llamaba el retour d´âge.Por supuesto, no me refiero a sus aventuras eróticas, sino a la formidable suma de experiencias antagónicas y cambios de rasante que han liderado. Protagonizaron las rupturas de Mayo del 68 desde la extrema izquierda y el hippismo. Protagonizaron el realismo de la transición con sus ramos de flores a los militares y su recuperación desacomplejada del yate Azor. Protagonizaron el desarme de las viejas utopías traduciendo la caída del muro de Berlín no sólo como victoria de la libertad, sino como jubilación de la fraternidad. Convertidos en conserjes del neoliberalismo, protagonizaron la conquista de aquello que habían condenado por alienante: el deporte y la cultura de masas. Cabalgando sobre las alegrías de la posmodernidad, protagonizaron el esteticismo y redefinieron el centro alrededor de su eje. De Marx a Groucho Marx hasta llegar a Ferran Adrià. Y del porrete a la religión de la salud.

Y ahí siguen, como los Rolling, poniendo fondo cultural a su predominio. Ha cambiado mucho esta generación tan exitosa. No siempre por razón moral. Con frecuencia por interés, por razón instrumental. Para conservar su protagonismo. Ahora desean, como todos los que conocimos la transición, preservar la herencia moral de aquellos años en los que, por una vez, España se salvó de la tragedia. Pero los jóvenes son insensibles, como ya recordaba Aristóteles, a la experiencia de los progenitores. No será fácil convencerlos de que no se dejen arrastrar por el interés egoísta, por la razón instrumental. La generación de la transición gastó todo el vino y todas las rosas. Olvidó sacrificar para el futuro una parte de su éxito. La celebración de la Constitución es cada vez más enfática y litúrgica, y eso indica que la fe en nuestras leyes decae. La armadura se oxida. Echaremos en falta la razón moral, tan imprescindible en los malos tiempos.

La Vanguardia 8-12-08

domingo, 7 de diciembre de 2008

DIALOGOS CON DON JUAN DE UN RELIGIOSO CATALAN

LA VANGUARDIA 7-12-08

TITULO: CARDO Y DON JUAN

Albert Manent
Esta figura de la Iglesia de Catalunya recogió la herencia del obispo Torras i Bages y se convirtió en pensador, traductor y ensayista del siglo XX. Su prosa es la de un estilista, a la altura de otros grandes como Rovira i Virgili, Nicolau d´Olwer o Ferran Soldevila. Tradujo libros de la Biblia y todo Séneca en catalán. Gran promotor, fundó revistas como La Paraula Cristiana,portavoz intelectual en plena dictadura, y El Bon Pastor.Inquieto socialmente, como pensador quiso dialogar con la cultura y el mundo moderno. En agosto de 1936, amenazado de muerte por la FAI, gracias al conseller Ventura Gassol fue evacuado por la Generalitat en un buque italiano en el que huían numerosos monjes de Montserrat.

Su exilio fue amargo. Párroco de un pueblecito italiano, fue expulsado por el fascismo y recaló en Suiza, donde se convertiría en el heredero de la voluntad reconciliadora del cardenal Vidal i Barraquer, a quien Franco no dejaba volver a Tarragona. Fue en Lausana donde Cardó conoció a don Juan de Borbón, pretendiente al trono de España y con el que trabó una amistad sincera. Una obra de Lluís M. Moncunill, A l´entorn de Carles Cardó. Diàleg d´exili amb Joan de Borbó, comte de Barcelona,recoge un perfil biográfico del personaje y analiza su exilio con la obra Histoire spirituelle des Espagnes,donde condena la sublevación militar y la barbarie de la zona republicana y precisa que hay dos tradiciones espirituales, una de las cuales es la catalana. Sus cartas con don Juan revelan su confianza en el personaje y sobre todo en veinte páginas inéditas Cardó recoge el diálogo durante un almuerzo con el pretendiente y monárquicos como Vegas Latapié, López Oliván y el vizconde de Rocamora. Con toda crudeza, Cardó expone el problema de Catalunya y apuesta por una solución más o menos federal. El diálogo es apasionante y no tiene desperdicio porque es una aportación desconocida al eterno problema español.

ALBERT MANENT, historiador

LA CARTA MAGNA PIDE UNA ITV

Editorial de La Vanguardia, 7-12-08 bajo el título de "1978 pide una ITV "

Se cumplen 30 años de la Constitución de 1978, la convención democrática más estable que España ha tenido a lo largo de su atormentada historia. Han sido los mejores treinta años desde que en Flandes se puso el sol. Desde que se inició la agónica decadencia del imperio colonial, es la primera vez que democracia y bienestar económico van juntos durante un largo periodo de tiempo, formando un círculo virtuoso capaz de dotar al régimen parlamentario de una sólida raíz social. Con todas sus contradicciones y defectos - y con grandes e inciertos retos de futuro-,España tiene hoy una sociedad democrática suficientemente madura. Como señalaba ayer el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, la democracia española es muchas veces más apreciada y reconocida en el exterior que en el interior de un ruedo ibérico siempre obsesionado por sus peleas y confrontaciones. España es así. Quizá sea esta una señal de madurez. Todo sistema tiende a la rutina. Y en algunos momentos es necesaria la reforma.

La democracia está asentada en España, pero el régimen constitucional comienza a presentar signos de fatiga que invitan a acudir al taller de reparaciones. Es evidente que la cuestión territorial sigue chirriando. España puso en marcha en 1978 una dinámica de carácter federal sin que fuese capaz de dotarse de unos mecanismos constitucionales explícitamente federales, dados los serios condicionantes del momento: la propia inmadurez del cuadro político, el riesgo de involución militar y la tenaz estrategia desestabilizadora de ETA. España práctica un "federalismo inconsciente" (expresión acuñada, no sin acierto, por Francisco Caamaño, actual secretario de Estado de Asuntos Constitucionales y Parlamentarios) que debería desarrollarse mediante normas de solidaridad objetivas y eficaces mecanismos de representación de los intereses de las regiones y nacionalidades que la Constitución reconoce e impulsa. La transformación del Senado en cámara territorial es cada día más inevitable.

¿Requiere ello la modificación de la Constitución? Llegados a este punto, los treinta años de éxito democrático embocan un círculo vicioso: no hay acuerdo para la reforma por falta de consenso y no se alcanza el consenso porque los principales partidos contemplan la modificación constitucional con ópticas muy distintas. En el actual contexto, la citada reforma podría convertirse en un incierto campo de Agramante, poco o nada aconsejable dada la severidad de la crisis económica. Las tensiones sociales de los próximos meses podrían convertir la reforma de la Carta Magna en piedra de toque de una áspera y peligrosa confrontación. Conscientes de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy coincidieron ayer en que "no es el momento" de abordar cambio alguno.

De acuerdo, quizá no sea el momento adecuado, pero los problemas institucionales de fondo seguirán existiendo pese a la crisis. Es más, esta los puede acentuar e incrementar. En tales circunstancias, cobra especial relevancia el inminente veredicto sobre el nuevo Estatut de Catalunya, toda vez que la iniciativa catalana transporta una evidente relectura de la Constitución en clave autonomista. Ello está en manos del Tribunal Constitucional, cuya desmesurada politización partidista es un grave indicador de las reformas necesarias. La crisis invita a la cautela, pero es evidente que el círculo virtuoso de 1978 necesita pasar la ITV.

Nota de PB:
Estos artículos sobre la Constitución siempre tienen relación, directa o indirecta, con Catalunya. Se atisba, en todos ellos, una demanda "federal", que los políticos no se atreven a llevar a cabo. Por ello, dejan las cosas como están. No necesariamente implican que yo estoy de acuerdo con todo lo que publica en esta pizarra. Pero sí creo que aporta información valiosa al debate que tenemos todos los días con los buenos amigos. Buenos amigos, lo cual no quiere decir que nuestrs ideas sean coincidentes. Este es realmemte el valor de la democracia
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LA CARTA MAGNA

CARLES CASTRO - Barcelona en "La Vanguardia"

Un cierto aroma de disco rayado sobrevuela el artículo 2 de la Constitución española. En su título se insiste en la unidad de la Nación española" y, por si no quedase claro, se recuerda que España es la "patria común e indivisible de todos los españoles".

¿A qué obedece esa retórica cacofónica y grandilocuente sobre la "unidad indivisible e indisoluble" de España? ¿Oculta acaso una falta de seguridad crónica que afectaría freudianamente a los sectores más amantes de la soflama patriótica y del inmovilismo constitucional?

La pregunta es inevitable porque otras constituciones del mundo occidental se muestran menos obsesivas con la retórica sobre la unidad nacional. Por ejemplo, países tan sólidos como EE. UU. o Alemania apenas mencionan el concepto. Los alemanes aluden incluso a la "libre autodeterminación" en los länder. En cuanto al resto, Francia incluye en la Carta Magna su condición de "República indivisible"; Italia se presenta como "única e indivisible", y Portugal proclama su "unidad e integridad".

Al mismo tiempo, la Constitución española es de las que plantean requisitos más trabajosos para su reforma y de las que menos cambios han sufrido (véase cuadro adjunto). Portugal, por ejemplo, aprobó su Carta Magna dos años antes que España y ya la ha modificado en cinco ocasiones. Yni Portugal ni EE. UU. establecen la necesidad de un referéndum para reformar su Constitución. A su vez, Francia también puede llevar a cabo la reforma constitucional sin necesidad de un referéndum (a partir de determinadas mayorías parlamentarias), lo mismo que Italia (donde, por cierto, una consulta celebrada en el 2006 echó para atrás la reforma federalista). Por su parte, Alemania sólo incluye el referéndum en los casos de reorganización del territorio federal.

Ahora bien, esa mayor agilidad en los mecanismos de reforma de algunas constituciones europeas se ve contrapesada por la existencia de partes intocables. Por ejemplo, en la Carta Magna portuguesa la reforma no puede afectar a la unidad territorial o a la forma republicana de Estado. Y lo mismo ocurre en el caso de Francia. Finalmente, Italia y Alemania no permiten revisar el carácter republicano de su Estado.

Paradójicamente, la Constitución española no fija más límites a la reforma que la prohibición de iniciarla en tiempo de guerra o en estado de alarma, de excepción o de sitio (cautelas muy explicables a la luz de la historia del país). Sin embargo, la Carta Magna no incluye ninguna cláusula que prohíba la revisión de alguna de sus partes. De ese modo, y respetando los procedimientos y las mayorías necesarias, la Constitución podría modificar radicalmente la organización territorial o el modelo de Estado. Otra cosa es que el logro de esas eventuales mayorías constituya un ejercicio de auténtica política ficción.
LA Vanguardia, 7-12-08

YO SOY ESPAÑOL. ESPAÑO, ESPAÑOL...

La Constitución nació para superar el concepto franquista de la España nacionalmente uniforme, pero desde entonces se ha circulado marcha atrás


Jordi Barbeta | 07/12/2008 | Actualizada a las 11:27h | Política La Vanguardia
Cada aniversario más o menos redondo de la Constitución se repite el debate sobre la conveniencia de reformarla y resulta paradójico que los que más las critican y más ansia demuestran por cambiarla serían los que sin ninguna duda saldrían más perjudicados de una eventual reforma en profundidad de la ley fundamental española. Los que muestran una mayor insatisfacción suelen ser los nacionalistas periféricos de Galicia, de Euskadi o de Catalunya, mientras que son sus opuestos, es decir los dirigentes políticos más españolamente nacionalistas, los que agitan la Constitución española como si se tratara de un bate béisbol.

Y eso es así porque cualquier cambio constitucional que pudiera plantearse, más allá de las modificaciones sobre el orden sucesorio en la Corona, tendría como objetivo principal reforzar los poderes del Estado central frente a las autonomías y suprimir las diferencias entre nacionalidades y regiones que el texto de 1978 pudiera sugerir. Sería así por varios motivos. Primero, porque es lo que defienden los constitucionalistas del PSOE y del PP, empezando por el presidente de la Comisión Constitucional del Congreso, Alfonso Guerra González. Segundo, porque el único cambio constitucional que se puede llevar a cabo es el que puedan pactar PSOE y PP que son los dos únicos partidos que hoy por hoy disponen de capacidad de veto. Y en tercer lugar, pero no el menos importante, porque la opinión pública española avalaría ese cambio y no otro contrario. Seguramente es ahí donde más duele, porque la Constitución nació con la idea de superar el concepto de la España nacionalmente uniforme que quiso imponer el franquismo, pero desde entonces sólo se ha circulado marcha atrás. Para mal o para bien, según el caso, España es hoy más nación que hace treinta años. El orgullo español ha superado algunas vergüenzas históricas hasta el punto que los campeones de la Copa de Davis proclaman su españolidad - "yo soy español, español, español..."-con una alegría que hace treinta años habría estremecido... Cualquier cambio que se planteara en el estatus jurídico-político sería necesariamente en la dirección dominante.

Visto desde Catalunya, el problema no es la Constitución y mucho menos su espíritu, sino el uso que se hace de ella. Todos los gobiernos desde 1978 sin excepción han utilizado sus instrumentos para evitar el flujo de poder del Estado a las autonomías previsto por la CE. Yel Tribunal Constitucional ha fallado sistemáticamente según la voluntad política mayoritaria que había en cada momento. En contadísimas ocasiones el Tribunal ha sentenciado contra el Gobierno de turno. ¡Ojo! Tampoco contra la mayoría parlamentaria dominante. Obsérvese que recursos de gobiernos del PSOE y del PP contra leyes lingüísticas de Catalunya ha habido varios, pero ninguno ha prosperado mientras los nacionalistas les sacaban las castañas del fuego.

Lo mejor de la Constitución de 1978 es su ambigüedad. Uno de sus redactores, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, ha llegado a dictaminar que el texto de 1978 no sería obstáculo ni siquiera para el ejercicio de la autodeterminación. Todo es cuestión de voluntad política. El día en que la voluntad de los catalanes sea inequívoca no habrá quien la pare, pero, mientras tanto, continuará imponiéndose la inequívoca voluntad política de los españoles.

sábado, 22 de noviembre de 2008

EL LABORATORIO GENÓMICO

CATALUNYA acogerá, finalmente, la sede del Laboratorio de Secuenciación Genómica, una decisión acordada entre el Gobierno y la Generalitat, que consolida la apuesta por la investigación y la innovación y que confirma el liderazgo catalán en el campo de los estudios y análisis genómicos aplicados especialmente a la medicina y a la industria farmacéutica.

Una decisión a la que se llega después de complejas negociaciones entre las dos administraciones involucradas y cuyo éxito final se debe al tesón puesto desde el Govern, pero también al hecho de que la titular del ministerio de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, es una experta en biomedicina.

Catalunya tiene una larga experiencia en la investigación genómica que, además de albergar el núcleo de la industria farmacéutica, dispone de los parques científicos de Pedralbes, el de Recerca Biomèdica, junto al hospital del Mar, yel del consorcio Biopol que, precisamente anteayer, inauguró la ministra de Investigación, Cristina Garmendia, en l´Hospitalet de Llobregat. Un instituto que pretende ser una plataforma de proyección internacional y que dedicará su labor al cáncer, las neurociencias y las enfermedades crónicas y degenerativas. A esta presencia científica se suma, entre otras, la labor investigadora de la UAB, el hospital Clínic, Vall d´Hebron o Can Rutiyel hecho de que la participación española en el Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer será coordinada por investigadores del citado hospital Clínic.

Por tanto, era lógico que Catalunya fuera la elegida para albergar el mayor laboratorio de análisis genómico de España, una institución destinada a dar servicio a todos los investigadores españoles, que se centrará en el estudio de la secuencia genómica de la leucemia y que será sufragada a medias entre el Estado y el Govern. Además, fue en Catalunya donde se gestó desde el 2003 el proyecto de este laboratorio, partiendo de las necesidades expresadas por investigadores biomédicos y bioinformáticos. Y con la disposición de la Generalitat a apoyarlo y albergarlo.

Es evidente que el futuro de las sociedades se basa en su capacidad de investigación e innovación. España y Catalunya, por motivos históricos, van con retraso respecto a los países del entorno y deben hacer un esfuerzo, no sólo por aumentar las inversiones, sino también en el aprovechamiento de las sinergias. Este es un caso paradigmático, por todo lo citado, del funcionamiento de una economía de escala que ha de redundar en beneficio de todos.
22 11 08 la vang Editorial

domingo, 12 de octubre de 2008

EL CATALÁN DE LA GUARDIA CIVIL

LA MIRILLA (La Vanguardia 12 Oct. 2008)

Las deliberaciones del Tribunal Constitucional sobre el Estatut están ya muy avanzadas, como publicó este diario el pasado jueves. De los debates se desprende que los magistrados rechazan la obligatoriedad de conocer el catalán. Sin embargo, rebuscar en la historia siempre proporciona paradojas, algunas muy curiosas, como esta que sigue: al crearse la Guardia Civil, en 1844, se organizó inicialmente en tercios, compuestos estos por compañías y escuadrones. El segundo tercio correspondía a Catalunya, con sede en Barcelona. El general director elevó entonces una propuesta al ministerio en la que pedía que el segundo tercio "por la índole particular de las provincias catalanas que lo componen, nadie que no posea la lengua del país debe tener entrada en él". La propuesta fue aprobada y dio lugar a la real orden de 24 de agosto de 1844, cuyo original está en el Archivo de Segovia. Lo que entonces resultaba lógico para la Guardia Civil no lo es ahora para los jueces del Constitucional.

sábado, 11 de octubre de 2008

SERRAT Y MONTILLA EN MÉXICO

Serrat pide a Montilla y Zapatero 'paraules d'amor' en financiación
1. • El artista invita en México a ambos dirigentes a entonar su canción y pactar
2. • El 'president' responde que hará falta algo más que música romántica

EL PERIÓDICO (10/10/2008).

MONTERREY / ENVIADO ESPECIAL
El eco del árido y espinoso debate sobre la financiación de Catalunya llegó la noche del miércoles nada más y nada menos que hasta la ciudad mexicana de Guanajuato, cuna de las primeras revueltas que condujeron a la independencia de México.
En la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, donde los insurgentes infligieron en 1810 la primera derrota a los españoles, el cantante Joan Manuel Serrat invitó públicamente a los presidentes José Montilla --que seguía el concierto en primera fila-- y José Luis Rodríguez Zapatero a cantar a dúo su célebre Paraules d'amor antes de sentarse a negociar sobre la financiación autonómica. Terminado el recital, ya en el camerino, Montilla respondió a Serrat que él no tiene problema alguno en empezar a ensayar la tonada romántica, pero cree que hará falta más que eso para sellar un acuerdo satisfactorio.
El cantante barcelonés inauguró con su espectáculo 100x100 Serrat el Festival Internacional Cervantino de Guanajuato, uno de los certámenes escénicos más importantes de América Latina. Antes de empezar su recital, Serrat explicó al auditorio que los catalanes hablan en catalán porque es su lengua propia, no porque sean unos tipos raros o caprichosos. La mayoría de las miles de personas que abarrotaban la Alhóndiga para rendir pleitesía a Serrat --muchas de ellas hicieron casi 12 horas de cola a la puerta del recinto para asegurarse un asiento, ya que la entrada era gratuita-- no debieron de entender la irónica dedicatoria del segundo de los tres bises que concedió el artista. Pero la celebraron igual.

DEDICATORIA A MONTILLA
Hacía muchos minutos ya que el público reclamaba en vano Paraules d'amor, entre otros clásicos del nano. Pero el artista parecía hacer caso omiso a las voces que reclamaban este o aquel título. Hasta que en el segundo bis, y mientras el pianista Ricard Miralles pespunteaba las notas de Paraules d'amor, Serrat dijo: "Quiero dedicar esta canción al presidente de la Generalitat de Catalunya..." Hizo aquí una brevísima pausa cargada de intención, y entonces remató: "...para que la cante a dúo con el presidente del Gobierno español cuando discutan sobre los presupuestos".
Montilla, sentado junto al gobernador del estado de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, y al vicepresidente catalán, Josep Lluís Carod-Rovira, encajó la ironía con una sonrisa impasible. Una vez terminado el concierto, en el camerino del artista, el president replicó, también con ironía, a la sugerencia recibida: "No tengo inconveniente en ponerme a ensayar, pero me temo que para resolver el asunto de la financiación hará falta algo más que eso".

MELANCOLÍA INDEPENDENTISTA
No fue esta la única chispa catalana en la velada guanajuatense. Tras el concierto, en un cóctel ofrecido en el museo de la Alhóndiga, dedicado a las gestas de la insurgencia mexicana contra España, el director del Institut Ramon Llull, el independentista Josep Bargalló, contemplando los murales, suspiró: "Aquí va a disfrutar el vicepresidente Carod".

viernes, 3 de octubre de 2008

LA DEFORMACION DE LA REALIDAD

Lluís Foix

El primer paso para deformar la realidad es el cambio del sentido de las palabras
Además de sus actos y sufrimientos, la guerra es un torrente de palabras. Es la percepción de Adan Kovacsics que en Guerra y lenguaje (Acantilado) siente escalofrío cuando a la crueldad de un enfrentamiento se suma la frivolidad verbal. Vivimos tiempos en los que sutilmente estamos perdiendo la fe en las palabras y sin fe en las palabras se tiende a abandonarlo todo, a la confusión general, a estar rodeados de un nuevo analfabetismo que nos conduce a las consecuencias de perder el sentido del lenguaje.

No quiero referirme solamente a la tozudez del Gobierno Zapatero en desconocer la palabra crisis, como consecuencia de los adversos datos económicos que día sí y otro también están apareciendo en las pantallas de la economía española. Si el Gobierno niega la crisis y la endulza con palabras más suaves, menos categóricas, está tirando piedras sobre su propio tejado. La gente experimenta la crisis que ha llegado y no entiende por qué el Gobierno la niega.

El primer paso para deformar la realidad es el cambio del sentido de las palabras. Lo dijo Montaigne hace casi cinco siglos y lo repitió más recientemente Lewis Carroll, el autor de Alicia en el país de las maravillas.No se teme la crisis sino su negación.

Y lo que es más inquietante es el olvido de lo que se dijo, el sentido que tenían las palabras hace unos meses en comparación con las mismas que ahora se utilizan y que con frecuencia dicen exactamente lo contrario. Ya sé que puede parecer una quimera pero los políticos y, por supuesto, los periodistas, deberíamos recuperar la lengua. La salvación nos llegará por la escritura y por el lenguaje. Podremos resistir si reestructuramos la lengua para evitar perderlo todo.

Cambiando de registro, estamos otra vez con la protección de la lengua castellana, que ya es la tercera lengua en internet y goza de una salud espléndida. También en aquellos territorios que tenemos el privilegio de ser bilingües. La lengua, escribió Nebrija en el prólogo de su Gramática,siempre acompaña al imperio. Ambos han nacido, crecido y prosperado juntos. La lengua mayoritaria, la imperial si se quiere, no se puede tocar. Los idiomas pequeños son marginales. No.

Pueden ser marginales pero son tan importantes como las lenguas grandes. Cada lengua contiene, según Steiner, no solamente una carga de memoria singular de lo que se ha vivido, sino también una energía evolutiva de su futuro, una potencialidad del mañana. La muerte de una lengua es irreparable, reduce las posibilidades del hombre. El castellano no morirá por muchas que sean las alarmas que siembren los intelectuales de postín.

El catalán sí que peligra. El defender su presente y futuro no es cuestión de territorialidad. Es la defensa de un patrimonio que tenemos quienes también escribimos, casi habitualmente, en castellano.
Publicado en La Vanguardia

ESPAÑA FEDERAL, ¿PORQUE NO?

Otro punto de vista. (PB)

Escrito por José Manuel Balbuena Castellano
miércoles, 04 de julio de 2007 EL PAIS

Uno a veces se pregunta qué es España y no obtenemos una respuesta clara. Es, desde luego, un país complicado donde quedan restos feudales, resabios nacionaleros, posos fundamentalistas y digestiones mal hechas y poco metabolizadas. De todas formas, creo que los padres de la patria erraron bastante al elaborar la Constitución. Es un conjunto de buenas intenciones y no define realmente lo que es esta nación. A lo mejor no le viene mal un repaso y una buena reforma.
Tenemos un país, dividido en parcelas, llamadas autonomías, unas “históricas”, otras separadas quizás de las anteriores y algunas “histéricas”, con aspiraciones de convertirse en entes soberanos y con personalidad propia. Pero esas autonomías tienen un parlamento, un gobierno, un presidente, unos ministros (aunque se llamen consejeros) y poseen poder para legislar. O sea, actúan como un auténtico estado. Se comportan, pues, como un “estado federal”. ¿Por qué entonces andamos siempre con eufemismos y no llamamos a las cosas por su nombre? ¿Por qué al elaborar la Constitución, no se dijo claramente que España es un estado federal? Si funcionáramos como un verdadero estado federal tendríamos muchas ventajas, de la misma forma que la tienen Suiza, o Alemania, que son los ejemplos más evidentes de federalismo en Europa. Suiza es un país múltiple. Tiene cuatro idiomas, los cantones (que es como se llaman las parcelas que la conforman) son muy diferentes, con sus propias costumbres y sus leyes; profesan diversas religiones y viven un estado laico. Y no pasa nada. Nadie habla de desmantelamiento de la nación ni dice otras simplezas que se oyen en España para desgastar al gobierno vigente. Sin embargo en Suiza, los ciudadanos, sean del cantón que sean, se sienten "patriotas" y orgullosos de ser suizos, de su bandera, de su himno y de sus peculiares valores cantonales. Y, por supuesto, no existe “el nacionalismo”. Eso sería una perversión encaminada a la desintegración de la nación.
Si España fuera un estado federal, no existiría “el nacionalismo”, que no tendría sentido y supone hoy en día en España una auténtica lacra. Así que sobrarían el PNV, CiU, el BNG, Esquerra Republicana, e incluso el seudo partido nacionalista canario, conglomerado de pequeños partidos caciquiles o insularistas que nos están empujando al caos.
Los partidos nacionalistas puros, como su nombre indica, lo que persiguen es “una nación”, una secesión, y atentan contra la unidad de la patria y contra la Constitución. La España federal sería un estado respetuoso con las lenguas vernáculas, con las costumbres y tradiciones regionales, con una visión política responsable y solidaria, y comprometida con la consecución del bienestar de la ciudadanía.
Ahora bien, poner de acuerdo a unos españoles acostumbrados al zancadilleo, a las guerras civiles, a la envidia, a la anarquía y al individualismo, para convertirlos en seres del siglo XXI y ofrecerles un estado moderno, es una tarea ardua. Los españoles no han estado nunca unidos ni se ha formado una nación compacta, como cuenta en su libro “El pedestal de las estatuas” Antonio Gala. La pretendida unidad de España propiciada por los reyes Isabel y Fernando fue un remiendo obtenido, basándose en la represión, las imposiciones, expulsiones de personas de otra raza u otra religión, y de pasar por la piedra de la Inquisición, de las mazmorras y la horca a todos los rebeldes, díscolos y herejes. Si, España es muy diferente.

DEFICIT FISCAL Y ESPAÑA FEDERAL

Él título de este artículo decía que en el Ministerio de Economía se habían vuelto locos. Creo que se puede localizar mejor bajo el tema de déficit fiscal y España federal. Esto artículo ya tiene unos meses. Había quedado rezagado.
Hoy es un día importante para el afianzamiento en España de una mentalidad federal


Enric Juliana | 15/07/2008 | Actualizada a las 09:27h La Vanguardia

La secretaría de Estado de Hacienda da hoy a conocer las denominadas balanzas fiscales, fotografía aproximada (no existe un único método de cálculo) del balance fiscal de cada una de las comunidades autónomas con el Estado. En pocas palabras: el balance de la solidaridad territorial. Su publicación es un acontecimiento importante.

• El déficit fiscal catalán entre 2002 y 2005 fue de 16.735 millones
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Cuenta un economista madrileño que ha desempeñado importantes cargos en la Administración pública, que siendo estudiante, allá en los años sesenta, redactó una tesina sobre las balanzas fiscales. A final de curso entregó el trabajo a su catedrático y este, muy excitado, exclamó: "¡Pero se ha vuelto usted loco, a quién se le ocurre abrir la caja de los truenos!". Cogió la tesina y encerró bajo llave aquella primera aproximación al mapa de la solidaridad interna en tiempos de Franco, en tiempos de la 'sana rivalidad regional'.

Hoy el Ministerio de Economía y Hacienda se ha vuelto loco, en el supuesto de que aquel precavido catedrático madrileño tuviese razón al considerar un peligro la divulgación de lo que cada región o autonomía aporta y recibe en términos fiscales.

La publicación de las balanzas fiscales no sólo preocupa en España. Algunos estudiosos del federalismo sostienen que la publicidad de este tipo de datos puede debilitar los lazos de confianza federal, favoreciendo el egoísmo y la infantilización del debate político. "Cuántas cosas podríamos hacer con el dinero que cedemos a la caja común, si nos lo quedásemos, ¡qué bien viviríamos!", pensarán hoy algunos, en Catalunya, en la Comunidad de Madrid o en Baleares. En el País Vasco y Navarra no lo pensarán, puesto que en buena medida ya lo practican: su régimen fiscal es el único privilegio realmente existente en España. Antes de caer en el infantilismo, sin embargo, habría que recordar la existencia de las balanzas comerciales –el intenso flujo interregional-, fiel reflejo de la importancia que sigue teniendo el mercado interior español, pese a la internacionalización de la economía. (Al respecto es muy interesante consultar los datos de la web www.c-intereg.es).

Algunos detractores de las balanzas fiscales argumentan que son las personas las que pagan impuestos y no los territorios, de manera que no cabe hablar de balances autonómicos. Es esta una verdad a medias. Muy a medias. Las subvenciones europeas, por ejemplo, están destinadas a los territorios, no a las personas. España lo sabe bien. España ha sido la mayor receptora de los fondos y ayudas de la Unión Europea, siempre en base a criterios de renta territorial (imprescindible la consulta del libro "La mayor operación de solidaridad de la historia", de los economistas Miguel Ángel Benedicto y José Luis González Vallvé). Para entendernos, los alemanes no han subvencionado a personas, sino a territorios, como bien saben en Andalucía y en Extremadura.

En una democracia madura, los ejercicios de transparencia son beneficiosos, pese a los riesgos de infantilización del debate político. Quizá en el Ministerio de Economía se hayan vuelto locos, pero hoy es un día importante para el afianzamiento en España de una mentalidad federal. Que llegará. Poco a poco, llegará.

PIMPAMPUMCATALUNYA

La idea de este blog es la de seleccionar algunos artículos de la prensa cotidiana que tienen como transfondo el tema de la lengua, la cultura y la economía catalana, con el afán de darlos a conocer a los personas que, por uno u otro motivo, no tienen o no han tenido oportunidad de acceder a esta información y que tienen interés en conocerla.
La información que se recoge, como pueden observar, no siempre se hace de manera cronológica.

AUSTERIDADES

El País. Seccion Cataluña
JOAN B. CULLA I CLARÀ 19/09/2008

A estas alturas de los acontecimientos, parece superfluo consumir una gota más de tinta en la glosa del carácter complejo, planetario y severo de la crisis económica que nos aqueja, de lo imprevisibles que resultan el alcance y la duración de la misma, o de lo poco que puede hacerse para atajarla ya sea desde el Gobierno español o desde el Ejecutivo catalán. A pesar de ello, resurgen en el debate público los remedios caseros, las recomendaciones ejemplarizantes, los llamamientos cándidos -o falaces, que de todo hay- a la austeridad.

Ciertas críticas al presunto despilfarro de la Generalitat resultan ingenuas o abiertamente malintencionadas
Así, se rumorea que en el núcleo duro del Gobierno central han causado malestar y preocupación ciertas conductas recientes de otros miembros del Gabinete o del poder socialista, conductas tenidas por ostentosas o derrochadoras. Por ejemplo, que el presidente Rodríguez Zapatero utilizase un helicóptero de gran envergadura para visitar, el pasado 27 de agosto, las obras de la alta velocidad ferroviaria en Galicia. O que la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, se permitiese un crucero de una semana por el Mediterráneo durante sus recientes vacaciones. O que la titular de Igualdad, Bibiana Aído, haya decidido usar en el logotipo de su ministerio el color malva en vez del amarillo común a toda la Administración estatal, con el subsiguiente coste añadido. O los ya célebres implantes capilares con que el presidente del Congreso, José Bono, ha contrarrestado su calvicie. Al parecer, resurge en La Moncloa el espíritu del nunca bien ponderado Alfonso Guerra, quien, durante la crisis económica de los años 1980, conminó a los ministros del primer Gobierno de Felipe González a veranear -cito de memoria- "junto a la parienta, con el pañuelo de cuatro nudos en la cabeza y el botijo en la mano". Él, de todos modos, volaba en un Mystère de la Fuerza Aérea cuando le convenía visitar a su novia en Roma... También en Cataluña han comenzado a oírse voces de parecido tenor, apelaciones a la contención y al ahorro en los gestos y en ciertos gastos públicos. Hay quien ha visto los canapés y las copas de la recepción que el presidente del Parlament, Ernest Benach, ofreció la víspera de la Diada (nada distinto de lo que ocurre cada Sant Jordi por la mañana) como una muestra de ligereza y de insensibilidad ante los damnificados por la crisis. ¿Cómo es posible -se preguntan otros, con sorpresa sincera o impostada- que, en estos tiempos de vacas flacas, la Generalitat celebre el Onze de Setembre en Berlín, que potencie su delegación en París, que vaya a abrir otra en Nueva York? Más expeditivo, un portavoz de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía ha pedido, directamente, que se suprima el Departamento de Vicepresidència, cuyo titular es Josep Lluís Carod Rovira, como medida de "austeridad ante la crisis"...
Bien, vayamos por partes. Como criterio general, es obvio que los recursos públicos son sagrados, que han de ser administrados con rigor y que cualquier sospecha de malversación debe ser denunciada en términos políticos o, si preciso fuere, judiciales. Dicho esto, tengo para mí que mucho deben empeorar los datos macroeconómicos para que Rodríguez Zapatero vuele en ultraligero, o siquiera en low cost. Que, sea cual sea la tasa de paro de septiembre, el ya cercano Doce de Octubre se celebrará en Madrid con la pompa y la solemnidad propias de tal ocasión. Que, diga Carod Rovira lo que diga, el Gobierno central no va a amortizar ninguno de sus 17 ministerios. Y que, aun si la economía entrase en recesión, el Reino de España no empezaría a cerrar embajadas y consulados para ahorrarse unos millones de euros. Es decir: los Estados modernos conllevan unas exigencias de prestigio y representación (¿cuánto debió de costar la reciente escapada del presidente Zapatero a Estambul, en pos de su Alianza de Civilizaciones? ¿Y la fiebre viajera de Sarkozy?), exigencias que son caras, sí, pero a las que ninguna crisis va a hacerles renunciar.
Es aquí donde ciertas críticas al presunto despilfarro de la Generalitat resultan profundamente ingenuas o abiertamente malintencionadas. Que, desde el establishment madrileño, hay quien considera la defensa de la identidad catalana un derroche suntuario, eso nos lo confirmó el otro día el vicepresidente Solbes al vincular la demanda de mejor financiación autonómica a los altos costes de TV-3, ese capricho, ese oneroso juguete. Pero, según parece, también en Cataluña hay ciudadanos que perciben la del Estado como la Administración importante y necesaria, la de verdad, la de toda la vida, y en cambio ven en la Administración catalana algo sobrevenido, superfluo, accesorio, un lujo que tal vez cabe permitirse en épocas de bonanza, pero cuya dimensión representativa debe ser reducida y minimizada en tiempos de estrechez como los actuales.
Pues miren, no. En todo caso, cuando a causa de la crisis el Instituto Cervantes recorte su presupuesto a la mitad, el Institut Ramon Llull podrá considerar medidas equivalentes. Y cuando las embajadas de España en el mundo bajen drásticamente de las 130 actuales, tal vez entonces la Generalitat deba reducir su media docena de delegaciones en el exterior. Y cuando, para ahorrar, el presidente Zapatero pase seis meses sin salir de España, será el momento de que Montilla y Carod recorten sus agendas de viajes al exterior.
Por lo que se refiere a los canapés y las copas, el hecho de que no me hayan invitado jamás a recepción oficial alguna en la Villa y Corte me impide establecer comparaciones precisas. Pero, con o sin crisis, no me imagino las cenas de Estado en el Palacio de Oriente servidas por Telepizza.
Joan B. Culla i Clarà es historiador.

A LAS ANDADAS

A las andadas El País
JOAN B. CULLA I CLARÀ 26/09/2008

Tras su XVI Congreso Nacional, celebrado en Valencia a finales del pasado junio, pudo dar la sensación de que el nuevo Partido Popular del señor Rajoy, de las señoras Cospedal y Sáenz de Santamaría, hacía una inflexión hacia la moderación y el centrismo no sólo en cuanto a la imagen o al estilo opositor, sino también en sus concepciones identitarias, en su modo de abordar el debate territorial, el carácter plurilingüe de España, etcétera. Reconozcamos que fue una impresión tenue, frágil, fugaz, fundamentada no tanto en afirmaciones positivas de los líderes citados como en los denuestos de la coalición mediática madrileña a cuya tutela Rajoy y los suyos parecían querer escapar. Pero, ya a principios de julio, la mayoría de los discursos pronunciados durante el XII Congreso del PP de Cataluña respondieron al canon españolista más ortodoxo. Al mismo tiempo, la rapidez con que el renovado vértice de los populares españoles se adhirió al llamado Manifiesto por la lengua común puso de relieve quiénes seguían dictándole la agenda y cuál era esa agenda. Con todo, aún quedaba algún atisbo de esperanza; por ejemplo, la decisión de la presidenta del partido en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, de no suscribir aquel manifiesto, por considerarlo innecesario.

Mientras el PP cultive los prejuicios contra Cataluña, su cosecha de votos allende el Ebro será sin duda ubérrima
Con el comienzo del nuevo curso político, la hipótesis de que el Partido Popular pudiera y quisiera modificar sus actitudes tradicionales con respecto a las lenguas distintas del castellano, al autogobierno y a la financiación de Cataluña, esa eventualidad se ha desmoronado por completo. El pasado fin de semana, durante la clausura del XII Congreso del PP de Andalucía, el reelegido presidente de esta formación, Javier Arenas, tachó a los nacionalistas catalanes -que, para él, son todos los grupos excepto el PP- de "insolidarios" y "excluyentes", y advirtió: "Nuestra deuda histórica no puede depender de los nacionalistas".
No sólo eso. "Nuestra Andalucía no permitirá que Ibarretxe o Montilla influyan más que nosotros en España", dijo también el locuaz sevillano, antes de añadir: "Ni supuestos derechos históricos, ni balanzas fiscales, ni lenguas propias pueden restar derechos ni oportunidades a los andaluces. Iremos a los tribunales cada vez que un andaluz tenga una oportunidad menos por haber sido educado en castellano". Si tenemos en cuenta que el autor de estas frases es, además, vicesecretario -de política autonómica, nada menos- del PP estatal y que las pronunció arropado por un aquiescente Mariano Rajoy, deberemos concluir que se trata de doctrina oficial. O sea que la oposición conservadora española se propone agitar otra vez los antagonismos interterritoriales y cultivar la catalanofobia, como viene haciendo con uno u otro pretexto (el Estatuto, la OPA de Gas Natural, los papeles de Salamanca, Carod Rovira, etcétera...) desde que comenzó la actual década.
Hay más síntomas. En Aragón, donde el Gobierno que preside Marcelino Iglesias ha dado a conocer un anteproyecto de Ley de Lenguas en virtud del cual se fomentaría el uso del catalán como "lengua propia e histórica" de la franja oriental de esa comunidad, tal posibilidad ha sido tachada de "aberrante" por el presidente del PP aragonés, Gustavo Alcalde. Para éste, el borrador legislativo "pretende imponer como propia una lengua que no lo es" y "da cobertura al pancatalanismo expansionista de los que quieren apropiarse de una parte de Aragón". ¿El exabrupto anecdótico de un capitoste regional necesitado de votos? No lo crean: la joven y moderna Soraya Sáenz de Santamaría acudió rauda en apoyo de su correligionario maño y acusó al PSOE de ser "rehén" de sus pactos con las fuerzas nacionalistas, se sobreentiende que catalanas. ¿Les suena?
Es muy probable que, entre los dirigentes del Partido Popular, haya quien sostenga esas tesis por sincero convencimiento: Jaime Mayor Oreja, tal vez José María Aznar, no sé si el hoy apartado Ángel Acebes... El resto explotan el recelo y la hostilidad difusas hacia el catalán y hacia lo catalán como quien regenta un estanco y sabe que, existiendo un gran número de adictos al tabaco, la clientela está asegurada. Permítanme recordar algunos indicadores pasablemente objetivos. Según datos del estudio Cataluña en la España actual, dirigido por el profesor Joaquín Arango en 2000-2001 por encargo de la Generalitat, el 70% de los españoles consideraban que el catalán tendría que ser en Cataluña una lengua secundaria, y quienes concebían su enseñanza como algo meramente voluntario ascendían al 83,5%. Por entonces, gobernaba en España el PP, y en Cataluña, CiU.
En otro contexto político bien distinto, un sondeo hecho público esta misma semana asegura que el 46% de los españoles consultados creen a Cataluña beneficiada -han leído bien, beneficiada- por el actual sistema de financiación autonómica, frente al 24% que la consideran perjudicada. O sea, pasan las mayorías, cambian los gobiernos aquí y allá, se publican las balanzas fiscales, pero el prejuicio y el estereotipo permanecen incólumes, alimentados a diario por insidiosas campañas mediáticas que siguen al pie de la letra la célebre fórmula del doctor Goebbels: una mentira repetida mil veces (la persecución del castellano en Cataluña o la rapacidad presupuestaria de los catalanes) acaba pareciendo verdad.
Y bien, mientras el Partido Popular persista en cultivar tales prejuicios, en regarlos y abonarlos amorosamente, su cosecha de votos allende el Ebro será sin duda ubérrima. Pero la voluntariosa Alicia Sánchez-Camacho, como todos sus predecesores, seguirá pilotando un partido condenado a la marginalidad política e incapaz de contribuir a la victoria de Rajoy.
Joan B. Culla i Clarà es historiador.

CUATRO MIL

JOAN B. CULLA I CLARÀ 03/10/2008
El País (Sección Cataluña)

Primero, examinemos brevemente los antecedentes del caso. Desde hace casi tres décadas -más de una generación-, las prudentes políticas públicas con que los sucesivos gobiernos democráticos han tratado de restituir al catalán, al menos en parte, el estatus de lengua nacional moderna (de lengua escolar, de lengua institucional...) que habría adquirido por evolución natural, de no mediar un sinnúmero de prohibiciones legales y represiones manu militari desde Felipe V hasta Franco, esas políticas que hemos dado en llamar "de normalización lingüística" han sido objeto de un acoso y un hostigamiento político-mediáticos casi permanentes.
A la manifestación de Ciutadans contra la 'tiranía idiomática' asistieron el 0,05% de los catalanes
Alrededor de la tesis de que, al potenciar el catalán, se estaba persiguiendo el castellano y discriminando a sus hablantes, han circulado ruidosos manifiestos, se han constituido foros y plataformas, se han publicado miles de artículos tanto sesudos como banales, se han recogido firmas y celebrado mítines, e incluso se ha presentado una iniciativa legislativa popular. Entre 1993 y 1996, una campaña perfectamente planeada y con poderosísimos apoyos políticos trató de sublevar a las familias contra la inmersión escolar en catalán, un método que, además, fue denunciado en los juzgados y llegó hasta el Tribunal Constitucional. Al mismo tiempo, el por entonces líder de uno de los principales partidos políticos catalanes comparaba la política lingüística de la Generalitat con el apartheid surafricano, y las escuelas de Cataluña, con el sistema concentracionario nazi. Más adelante, ese mismo personaje trasladó la agitación contra el "totalitarismo" lingüístico catalán incluso a la Comisión y al Parlamento europeos...
En estos últimos años, denunciar el carácter supuestamente coactivo de las políticas lingüísticas catalana, vasca y gallega se ha convertido en uno de los temas favoritos del think tank de la derecha española, la FAES, que ha dedicado a ello conferencias, coloquios y libros. Diversos medios de comunicación audivisuales y escritos que suman en Cataluña cientos de miles de oyentes o lectores han abrazado la misma causa con empeño cotidiano y hasta extremos grotescos: verbigracia, uno de ellos llegó a erigir en noticia de portada la "huelga de hambre de un día" (sic) de un padre que exigía para su vástago la escolarización en castellano. En fin, alrededor de la cuestión de las lenguas se constituyó a mediados de 2006 un partido temático, Ciutadans.
Ha sido justamente esta formación -que, aun no viviendo sus mejores momentos, recogió 27.512 papeletas el pasado 9 de marzo- la que, con ánimo de recuperar protagonismo, tomó la iniciativa de convocar el pasado domingo 28, en Barcelona, una manifestación contra (cito del manifiesto final) "la imposición lingüística que padecemos" y "el totalitarismo lingüístico" de la Generalitat. Pero, para confirmar que la suya es, en palabras de Albert Rivera, "una reivindicación abierta y transversal", pronto se sumaron a la cita otras y variadas siglas, desde la derecha a la extrema izquierda: Unión, Progreso y Democracia (UPD, 6.252 votos catalanes el 9 de marzo), el Partido Popular (610.473 votos) y Unificación Comunista de España (UCE).
Tal vez convenga aclarar, para el común de los lectores, que UCE era un partido marxista-leninista surgido en 1975 que a principios de los ochenta se ilustró en impactantes campañas contra la OTAN, que en 1993 imprimía aún eslóganes del tipo "el PSOE es la derecha, el PP la reacción"... y que, de 10 años a esta parte, parece haber sustituido el pensamiento de Mao Zedong por el de Aznar, Mayor Oreja y la FAES. Al menos, coincide absolutamente con ellos en sus ataques al "nacionalismo étnico e insolidario", con particular obsesión contra el Partido Nacionalista Vasco y contra el tripartito catalán, en "la defensa de la unidad de España" o en el apoyo a las teorías conspirativas sobre el 11-M. En Cataluña actúa, desde 2006, como una suerte de apéndice exótico de Ciutadans.
O sea, y en resumen: con un precalentamiento ambiental largo de casi 30 años, con la colaboración entusiasta de al menos dos diarios y otros influyentes medios, cuatro partidos políticos que totalizan una base electoral de casi 650.000 votantes convocan para una soleada mañana dominical, en el centro de Barcelona, una manifestación contra quienes quieren "liquidar" el castellano. No lo hacen solos, pues se han adherido a la protesta una veintena de asociaciones de todo el Estado, entre ellas Foro de Ermua, Convivencia Cívica Catalana, Asociación por la Tolerancia, Unión de Guardias Civiles, Juventudes Liberales, Galicia Bilingüe y Foro España Hoy. Además no son adhesiones de boquilla: el Partido Popular catalán, en concreto, envió 5.000 e-mails a sus militantes más esforzados, para instarles a acudir en apoyo de tan noble causa.
Y bien, si hacemos la media entre los "apenas 3.000" de unas fuentes y los "cerca de 5.000" de otras, resulta que concurrieron a la manifestación unas 4.000 personas, muchas de ellas acarreadas por el acomplejamiento del PP. Se trataba, a juicio de los convocantes, de exigir una libertad básica, de rechazar la tiranía idiomática que aplasta nuestras aulas y oprime a nuestros escolares. Sin embargo, ello movilizó apenas al 0,05% de la población catalana, al 0,07% del censo electoral, al 0,1% de los votantes en las últimas elecciones. Ni siquiera el probado sex appeal del actor Toni Cantó pudo engrosar la afluencia al cortejo de los soi-disant bilingüistas. Quizá una actuación de Albert Boadella hubiese salvado la taquilla, pero el cómico ya dijo "adiós a Cataluña", y con motivo: estaba haciendo méritos ante el PP de Esperanza Aguirre, porque el de Rajoy le resulta demasiado light.
Joan B. Culla i Clarà es historiador.

lunes, 29 de septiembre de 2008

SOCIOLOGIA Y LENGUA BAJO LA LLUVIA

26/9/2008 LA RUEDA (E PERIODICO DE CATALUNYA)

ANTONI Bassas
El chaparrón del lunes al mediodía me pilló en la calle. Refugiado en la puerta de una tienda, una chica me preguntó la hora. Tenía claros rasgos suramericanos. Mi cerebro de catalanohablante metropolitano entró en acción para calcular en una fracción de segundo las posibilidades de éxito de una conversación en catalán en la calle con una desconocida. Está muy entrenado en valorar la relación entre coste y oportunidad.
La lluvia empapaba a la chica y encima eran las dos menos cuarto. ¿Demasiado complicado para un nivel inicial? Al final solté con una cierta desolación: "Són tres quarts de dues". Ella se me quedó mirando y repitió "tres quarts de dues...". Y, con un ligerísimo acento, añadió: "Vaig a la Diagonal. ¿Hi ha un metro a la vora?". Quizá llevaba un tiempo escolarizada aquí o había sido adoptada, vete a saber. El caso es que la doctrina Per començar, prova-ho sempre en català había funcionado, igual que me ocurrió tiempo atrás con una cajera de supermercado (calle de Casp) y este verano con el vigilante de un párking (plaza de Catalunya), ambos con evidentes rasgos transatlánticos.
Si usted me lee desde fuera de Catalunya, quizá alucinará, pero créame que el cálculo de elegir lengua antes de abrir la boca, a menudo inconsciente, delicia de los sociolingüistas, es una experiencia diaria y común aquí. Algunos catalanohablantes ya no calculan: si no quieres tener ningún problema, empieza en castellano. Otros no, empezamos siempre en catalán. Lo hacemos porque aspiramos a comportarnos exactamente igual que todo el mundo, que habla su lengua en su país. También lo hacemos porque negar nuestra lengua a alguien es discriminarlo y despreciar su capacidad de aprender.
Y es una manera normal, sin pedagogías agotadoras ni violentos malos humores, de ir por la vida. Y lo hacemos porque somos los únicos que podemos hacerlo, porque todos los catalanohablantes sin excepción somos bilingües y podemos cambiar de lengua con toda facilidad. Lo único que no queremos es que, a fuerza de cambiar cada día, la nuestra acabe siendo inútil.

lunes, 22 de septiembre de 2008

JOAN MANUEL SERRAT

Parte del discurso de Joan Manuel Serrat cuando le otorgaron el
Doctorado Honoris Causa en la Universidad Complutense de
Madrid

Yo aprendí el oficio de hacer canciones y cantar de otros que antes lo aprendieron de otros, y me hace feliz pensar que tal vez con mi trabajo he podido ayudar al aprendizaje de los que siguen. Si he contribuido poética y musicalmente a dignificar la canción, me parece fantástico que ustedes, contemporáneos míos, me lo hagan saber y me siento muy halagado de que me lo agradezcan.
"La gratitud no es una virtud frecuente; más bien lo contrario. La historia está llena de hombres que mucho han contribuido en éste u otro aspecto de la vida y que no han recibido a cambio más que el desprecio y la ingratitud de sus contemporáneos,
aunque coincidirán conmigo en que un hombre que disfruta del privilegio de dedicarse a una profesión que le hace feliz, que hace lo que le gusta hacer, que le pagan por hacerlo y que además constantemente percibe que la gente le quiere, más que un mérito, tiene una bendición. Y éste es mi caso.
"También me alegra que conste entre los méritos que se me atribuyen el de haber
contribuido a la difusión de la obra de grandes poetas españoles, pero les confieso que,al musicar poemas de Antonio Machado, de Miguel Hernández y de otros maestros, no era exactamente esa mi intención. Lo hice porque sus poemas me conmovieron.
Lo hice siguiendo el camino de otros que lo hicieron, como Paco Ibáñez, como Raimón,
como Alberto Cortez y algún otro más. Lo hice porque los versos sonaban a canciones.
Canciones bellas e inteligentes que a mi me hubiese gustado escribir. No se si ellos, los grandes músicos, estarán de acuerdo con lo que se ha hecho con su
obra, ni con lo que se ha dicho aquí al respecto. Realmente será interesante conocer su opinión. "En mi defensa les diré que una de las mayores satisfacciones que tuve cuando grabé aquellas canciones con versos de Antonio Machado fue una carta del gremio de libreros de Madrid en la que se me agradecía, después del éxito del disco, mi contribución a que las ventas de los libros del poeta se multiplicaran. (…..)
La carta del gremio de libreros tranquilizó mi conciencia, en el sentido de que mi trabajo tal vez sirvió para algo más que para darle una capa de pintura a la ignorancia.
".También me gusta la idea de haber contribuido a normalizar el catalán o, mejor dicho a devolver la normalidad al catalán. Aunque en mi caso no hay que darle mucha
importancia porque, aparte de ser catalán, ejerzo de tal, y para mí expresarme en
catalán ha sido algo tan natural como que crezcan las uñas.
Si hay que agradecer a alguien su contribución a la normalización del catalán,
hagámoslo por quienes han peleado por defender el derecho propio o ajeno, por
devolver la normalidad a una lengua y una cultura que sólo la intolerancia, la ignorancia y el rencor marginaron.
"(…..) Tal vez ustedes, al premiarme con este doctorado, han querido contribuir al
esclarecimiento de uno de los misterios de la metafísica patriótica o, en términos de
Antonio Machín, a resolver el dilema de cómo se puede tener dos idiomas a la vez y no
estar loco".
"Seguro que en esto habrá otro punto de vista, tan legítimo como el mío. Pero en lo que supongo que estarán de acuerdo conmigo es que el hombre, al defender los valores
democráticos, al enfrentarse a la discriminación y la intolerancia, al defender la riqueza del pensamiento libre y plural, no hace otra cosa que actuar en defensa propia.
"Reivindico valores como la libertad y la justicia como un algo único pues no hay
libertad sin justicia, ni justicia sin libertad. Lo hago frente a la preponderancia aplastante del dinero, valor promedio por el que se miden y se valoran las cosas y las gentes.
Reivindico la justicia y la libertad, porque reivindico la vida.
Reivindico a la humanidad en su sentido más amplio.
Reivindico a los humanos y a la naturaleza, que nos acoge y de la que formamos parte.
Reivindico el realismo de soñar en un futuro donde la vida sea mejor y las relaciones
más justas, más ricas y positivas, y siempre en paz.
Y sobre todo, como un derecho que todo lo condiciona, reivindico el conocimiento como el pilar fundamental que nos sustenta y que nos caracteriza positivamente como especie. Que esto sea digno de reconocimiento es algo que debería hacernos reflexionar acerca del mundo en que vivimos y de los valores que lo mueven.
Como decía el profesor Casares, cuando hablamos del canto y de quien lo practica,
hablamos de un arte que ha vertebrado la sociedad. Yo escribo canciones para expresarme, pero también para comunicarme. Los argumentos de mis canciones están en mí, pero también están alrededor de mí.
Son lo que yo siento, pero también son lo que me cuentan los demás.
Son lo que yo soy, pero también lo que me gustaría ser.
Son mi realidad, pero también mi fantasía.
"Las canciones viven en la memoria personal y colectiva de las gentes.
Las canciones viajan y nos transportan a tiempos y lugares donde tal vez fuimos felices.
¡Todo momento tiene una banda sonora! Y todos tenemos nuestra canción, esa canción
que se hilvana en la entrada del alma y que uno acaba amando como se ama a sí mismo.
Tal vez alguno de ustedes ahora esté pensando: 'Por su cu1pa, Serrat, me casé con el que hoy es mi esposo -o mi señora-; estábamos un atardecer de verano en la playa, cuando empezó a sonar su canción; etc, etc. Por favor: eso no es culpa de mis canciones, sino de sus atardeceres de verano y de sus ímpetus juveniles.
Así son algunas canciones. Personales e intransferibles.
Otras aglutinan, un sentimiento común y se convierten en himnos. Entonces dejan de
pertenecer al autor para ser de todos.
Me complace que hayan valorado ustedes esta parcela de la poesía que es la canción
popular, que, además de algunas otras cosas, es una forma de acceder al conocimiento
del mundo. Les puedo jurar que en la composición y en la ejecución de algunas
canciones populares hay hallazgos tan definitivos como el teorema de Pitágoras o las
virtudes del ácido acetilsalicílico para combatir la cefalea.
Dice el refrán que “quien canta su mal espanta”. Y es cierto. Cantando compartes lo que amas y te enfrentas a lo que te incomoda. Conjuras los demonios y conviertes sueños en modestas realidades. Yo canto por el gusto de cantar. Cantar me da placer. Por eso para mí, tener el oficio de cantar es un privilegio. Aparte, siempre te dan mesa en los restaurantes.
"Estoy seguro de que por encima de todos los considerandos que se enumeran, esta
distinción es el fruto de algo tan simple y preciado como el cariño. Así lo entiendo y lo agradezco.
Si para algo vale la pena vivir es para querer y ser querido, Es lo que mueve mis pasos.
Probablemente, a lo largo de mi vida no haya hecho otra cosa que
lo que estoy tratando de hacer ahora mismo: que me quieran mis amigos. Y tener cada vez más. Que es la única acumulación que merece la pena en la vida y por la que no se pagan impuestos.
Muchas gracias".

"No hay camino hacia la libertad......La libertad es el camino."

MANIFIESTO EN DEFENSA DE LA LENGUA CATALANA O COMO CAMBIAN LOS TIEMPOS

FECHA: MADRID, MARZO 1924

EXCMO. SR. PRESIDENTE DEL DIRECTORIO MILITAR:


Los abajo firmantes, escritores en lengua castellana, que sentimos profundamente los merecimientos históricos de nuestro idioma y que apreciamos en todo su valor como insuperable vehículo para la difusión del pensamiento a través del mundo civilizado, nos dirigimos respetuosamente a V. E. para expresarle nuestro sentir con ocasión de las medidas de gobierno que por razones políticas se han tomado acerca del uso de la lengua catalana.
Es el idioma la expresión más íntima y característica de la espiritualidad de un pueblo, y nosotros, ante el temor de que esas disposiciones puedan haber herido la sensibilidad del pueblo catalán, creando para lo futuro un abismo de rencores imposible de salvar, queremos, con un gesto fraternal, ofrecer a los escritores de Cataluña la seguridad de nuestra admiración y de nuestro respeto para el idioma hermano.
El simple hecho biológico de la existencia de una lengua, obra admirable de la naturaleza y de la cultura humana, es algo siempre acreedor al respeto y a la simpatía de todos los espiritus cultivados.
Nosotros debemos, además, pensar que las glorias de Cataluña son glorias españolas, y que los títulos históricos más altos que podemos presentar para ser considerados como potencia mediterránea se los debemos, en gran parte, al pueblo catalán, que hizo de la Barcelona medieval un emporio de riqueza capaz de competir con las repúblicas italianas, que creó una cultura admirable, que supo dar leyes de mar y cuya lengua inmortal resonó entre el fragor de las batallas ante las ruinas sagradas del Partenón, y sirvió para que en ella hablara por vez primera la filosofia nacional por boca de Raimundo Lulio, y fuesen cantadas las efusiones misticas del amor humano en los versos imperecederos de Ausias March.
El renacer de las literaturas regionales, que se produce como una de las consecuencias de la ideologia romántica, hizo florecer en Cataluña una literatura a la que pertenecen autores como Verdaguer y Maragall, que son primeras figuras de la literatura española del siglo XIX.Y nosotros no podemos tampoco olvidar que de Cataluña hemos recibido altísimas pruebas de comprensión y cariño, hasta el punto de que un insigne patriota catalán, amante fervoroso de la tradición española, el gran Milá y Fontanals, abrió con llave de oro el obscuro arcano de las manifestaciones artísticas más genuinas y características del pueblo castellano.
Creemos cumplir un deber de patriotismo diciéndole a Cataluña que las glorias de su idioma viven perennes en la admiración de todos nosotros y que serán eternas mientras exista en España el culto del amor desinteresado a la belleza.

Madrid, marzo de 1924.


.Pedro Sáinz, E. Gómez de Baquero, A. Bonilla San Martín, Gregorio Marañón. Angel Ossorio y Gallardo, Pedro Mata, Antonio Jaén, Tomás Borrás, Angel Herrera, Jaime Torrubiano Ripoll, R. Menéndez Pidal, Alvaro de Albornoz, Concha Espina, Augusto Barcia, V. García Martí, Conde de Vallellano, José Ortega y Gasset, Miguel Herrero, Luis de Zulueta, Domingo Barnés, Francisco Vighi, Pedro de Répide, León de las Casas, Joaquín Belda, José G. Alvarez Ude, Luis Giménez de Asúa, Luis Ruiz Contreras, Félix Lorenzo, Fabián Vidal , Gabriel Maura, Vicente Machimbarrena, Gregorio Martínez Sierra, Lorenzo Barrio y Morayta, Andrés González Blanco, José Toral, Luis Araujo Costa, Mercedes Gaibrois de Ballesteros, Fernando de los Ríos, Azorín, Manuel Pedroso, Luis Bello, José M.a Sacristán, Cristóbal de Castro, José Giral, Melchor Fernández Almagro, Ramón Gómez de Laserna, Manuel Bueno, Antonio Espina, Antonio Zozaya, F. García Lorca, F. Rivera Pastor, Alberto Insúa, Honorato Castro, Luis de Tapia, Luis Araquistain, Gustavo Pittaluga, E. Paúl Almarza, Juan de la Encina, José García Mercadal, Angel Lázaro, Bernardo Acha, Artemio Precioso, F. Escrivá, José Gutiérrez Solana, Jacinto Grau, Juan Pujol, José Ruiz Castillo, P. de Ciria Escalante, José Albiñana, Dr. García del Real, Gabriel Franco, Salvador Pascual, Eduardo Ortega Gasset, Carlos Pereira, Juan Guixé ,Leopoldo Bejarano, José Canalejas, Guillermo de la Torre, M García Cortés, Adolfo A. Buylla, P.A. Balbontín, Isaac del Vando-Villar, Cayetano Alcázar, Mauricio Paraísso, Rafael Urbano, Julio Cañada, Antonio Guisasola, Antonio Dubois, José Sánchez Rojas, José Antón, F. Madariaga, Luis de Hoyos Sáiz, Hipólito Jimneno, Luis G. Bilbao, Andrés Ovejero, Manuel Azaña, Claudio Sánchez Albornoz, Conde de las Navas, Luis Palomo, F. Arévalo Salto, Luis G. Urbina, Luis G. Andrade, F.de Bustamante, A. Pérez Serrano, Tommás Elorrieta, Manuel Hilario Ayuso, Eduardo Barriovero, Manuel Antón, J. Jordán de Urries, Juan Hurlado, Ramón Pérez de Ayala, J. Villalba, Alvaro Calvo, Marqués de Lozoya, Angel Torres de Alamo, Francisco de Viu, Luis Fernández Adravín y Alberto Marín Alcalde.

Lletra de gratitud dels escriptors de Catalunya tramesa el 7 d´abril del mateix any.

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CASTELLANS AMICS:

Havem llegit el Missatge en elogi i defensa de la llengua catalana que haveu dirigit al President del Directori militar d´Espanya. L´elogi és complert. La defensa és oportuna i suficient; dins els moments actuals, ens basta. Els Generals del Directori, si són espanyols, dins l´ ampla accepció del mot, d´haver sentit una emoció profunda, llegint i pesant la vostra paraula assenyada, càlida i fecunda , sobretot quan els dieu han que és l'idioma l´expressió més íntima i característica de l'espiritualitat d'un poble, i que "vosaltres" davant la temor que aquestes disposicions - les preses pel Govern per raons polítiques sobre l´ús de la llengua catalana puguin haver ferit la sensibilitat del poble català, creant per a l'avenir un abisme de rancúnies impossible de salvar, voleu, amb un gest fraternal, oferir als escriptors de Catalunya la seguretat de la vostra admiració i del vostre respecte a l'idioma germà". Aquesta paraula vostra, precisa i entusiasta, ha d´haver colpit el cor i la intel.ligència dels generals del Directori. Homo sum, haurà pensat també cadascú d'ells, humani nihil a me alienum puto. I aquest sentiment i aquesta idea els decantarà a la benevolença, i adhuc a la justicia envers la llengua catalana; envers els que la parlen, l´escriuen, i l'estimen. No desesperem que sia aixi.
L´elogi de la llengua castellana no cal fer-lo aci. Vosaltres, en el bon Missatge, feu bella memòria de l´obra d´En Mila i Fontanals, dient d´ell "que va obrir amb clau d'or l´obscur arcà de les manifestacions artístiques més genuïnes i més característiques del poble castellà'´. En Mila i Fontanals simbolitza la participació dels catalans en la cultura castellana. I ha fet escola. Nosaltres, doncs, per fortuna de Castella, no havem de fer aci l'elogi i la defensa de la llengua vostra. Tothom l´elogia. Ningú no l´ataca.
Altrament, passi el que passi, castellans amics, tantes gràcies. La gratitud ha d' ésser virtut catalana. Ara que ens lleu, doncs, donem-ne exemple als nostres compatricis.
Tanmateix, un prec, castellans amics. Vosaltres, intel.lectuals de Castella, que il.lumineu l´esperit del vostre poble, digueu, si us plau, als governants espanyols, ja que els teniu ben a la vora, que a la fórmula política que ens apliquen ells : Sotmeteu-vos i us donarem ço que mereixeu oposem, els catalans, la fórmula : Siau justos amb nosaltres i serem amics .
Sia el bon Missatge la clau d'or que obri la capsa on és guardada la llibertat de la llengua catalana. Emperò la llibertat sencera, no amb capitis diminutio. A l'Escola, a la Universitat, als Tribunals, a tot arreu : la llibertat mateixa que teniu vosaltres per emprar la vostra llengua. Vindrà un temps que així serà. Vindrà d´en mica en mica o tot d´un cop. Ara com ara, tot est en mans del Directori.
SIA EL BON MISSATGE LA CLAU D'OR.
Que Déu hi faci més que nosaltres.
Castellans amics, adéu-siau.

Barcelona, 28 de març de 1924.

Angel Guimerà, Apeles Mestres, Santiago Rusiñol, Joaquim Ruyra, Víctor Català, Josep Pin y Soler, Joan Llongueras, Joan Garriga Massó, Pere Aldabert, Ignasi Iglesias, Joaquim Casas-Carbó, Alexandre Font, Josep M a Roca, Ernest Moliné y Brasés, Rosend Serra, Narcís Oller, Pere Corominas, Lluis Via, J. Cugat Figuerola, Feliu Elias (Apa),Francesch Matheu, Joan M.a Guasch, P. Palau G. de Quijano, Alexandre Cortada, Ignasi de L.. Ribera-Rovira, Regina Opisso de Llorens, Mossèn Anton Navarro, Joan Ruiz i Porta, Ramon Serra Toneu, Bonaventura Bassegoda, Llorenç Sampera, Prudenci Bertrana, Josep Elias i Juncosa, Pompeu Crehuet, Gabriel Alomar, Joaquim Cabot, Emili Junoy, Lluis Ferrer Bàrbara, Celestina Vigneaux de Corominas, Juan Barco, Narcisa Freixas, Joan Burgada i Julià, Joan G. Junceda, Josepa de Casagemas Vda. de Llopis, Salvador Armet Ricart, M. Font Torné, Miquel Duran i Tortajada, Llorenç Riber, Arthur Masriera, Amadeu Hurtado, Maria Domènech de Cañelles, Alfred Opisso, J. Oliver Bauzá, Alexandre Bulart i Rialp, Alfons Par, Lluis Masriera, M. Junyent, Francesc Pujols, Josep Roca y Roca, Oriol Martorell, Joaquim Rubió, Aureli Capmany, Julián Pérez Carrasco, Rafael Vehils, Francesca Bonnemaison Vda. de Verdaguer, M. C. Arrau, G. Miró, Salvador Albert, J Roig Raventós, Condesa de Castellà, Vicente Clavel, Mossèn Trens, J. Pich, P. Vila San Juan, Juan Antonio Pamias, Gonzalo de Reparaz, Josep Artís, Carles Pirozzini, Joan Anton Maragall, Jaume Barrera, prev., Pelegrí Casades y Gramatxes, David Ferrer, Leopold Jaumeandreu, Jaume Carner, M. Valls Ginesta, Maurici Serrahima, Emili Tintoré, Jaume Massó Torrents, Josep Alemany i Borràs, Eduard Toda, Vicens Artigas,Ramon Miquel i Planas, Joan Batlle, Alexandre Maristany, Gustau Gili i Carme Kahr.

FUENTE Y COMENTARIOS:
Base documental d'Història Contemporània de Catalunya.
Restauració 2 (1898-1931) - Dictadura de Primo de Rivera (1923-1931)

La persecución de la lengua catalana durante la Dictadura de Primo de Rivera fue muy importante a pesar del soporte inicial que su golpe de estado tuvo por parte de grupos sociales importantes (13-09-1923). 118 escritores castellanos solicitan al Directorio Militar que frenen la persecución política contra la lengua catalana y se basan tanto en motivos lingüisticos como por su aportación a la propia lengua castellana
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viernes, 19 de septiembre de 2008

LOS CATALANES

LUIS GARCÍA MONTERO 05/07/2008

EL PAÍS

Soy amigo íntimo de poetas catalanes como Joan Margarit, Pere Rovira y Alex Susanna. En una entrevista cargada de oportunidad e inteligencia, Federico García Lorca declaró en 1936 que se sentía más cerca de un chino bueno que de un español malo. También yo me he sentido muchas veces más cerca de mis amigos catalanes que de otros poetas andaluces y españoles que han querido justificar con los complejos de la identidad sus limitaciones creativas. En todas partes hay listos y tontos, ¿para qué vamos a engañarnos y a caricaturizar ningún territorio? En mis inicios literarios, cuando me presentaban como poeta andaluz, me sentía muy orgulloso.

Andalucía tiene una de las tradiciones poéticas más importantes del mundo. Es verdad que mis amigos catalanes recibían muchas atenciones de la Generalitat, pero tardé poco tiempo en descubrir que la suerte real era escribir en un idioma de 400 millones de hablantes. Sigo sintiéndome orgulloso cuando me presentan como un poeta andaluz, pero confieso que también me encanta, y no sólo por vanidad literaria, ser presentado como un poeta significativo de un idioma que se habla en Buenos Aires, México, Bogotá, Santiago de Chile y Nueva York. El español se extiende por las calles de la metrópoli como un reguero de pólvora humana y cultural. ¿La lengua de Cervantes está en peligro? Si miramos con objetividad hacia el mundo, en peligro sólo están lenguas minoritarias como el catalán y el vasco, y me parece una obligación cívica defender su existencia y su dignidad social. No creo que sea ninguna agresión pedir que los funcionarios públicos de Cataluña sepan hablar catalán. Agresión al español, una lengua abierta, extensa, viva, llena de matices, sin centros, es querer convertirla en carne de cañón para los centralismo más rancios.
¿A qué viene entonces un manifiesto en defensa del español? Del español, o del castellano, como dicen los firmantes del manifiesto, volviendo a usar un nombre que dejó de utilizarse en el siglo XVI y que ahora regresa con la dinámica de la España autonómica. No creo que haya ninguna razón filológica, ninguna amenaza por la que preocuparse. Puede haber problemas concretos para hablantes concretos del español en Cataluña. Pero eso no es una agresión al español, sino una utilización incorrecta de la Constitución española y del Estatuto catalán. Hubiese bastado con denunciar estos casos. El manifiesto responde a otros intereses de carácter político. El discurso dominante de la derecha se ha fundado, sobre todo en Madrid, en la indignación ante la ofensa perpetua. No ya los nacionalismos periféricos, sino cualquier cambio vivido en cualquier comunidad autonómica no nacionalista, se explica como una ofensa a Madrid. Así ha consolidado el poder en esta comunidad una derecha extrema, que utiliza las ofensas exteriores imaginarias para desmantelar sus espacios públicos propios y reales.
Los madrileños se han olvidado con demasiada facilidad de que el enemigo lo tenían dentro. Y así se entiende que inventos partidistas como el de Rosa Díez, que nacieron de una crisis interna del socialismo vasco, no hayan tenido ningún eco en la realidad que pretendían solucionar y hayan recibido un apoyo notable en Madrid. Esta mujer no encarna más que una farsa. Ahora que el PP de Rajoy quiere representar su viraje al centro con una postura más moderada ante los nacionalistas, los amigos de Rosa Díez y algunos poderes mediáticos que no quieren renunciar a su tiranía sobre la derecha, se inventan que el español está en peligro, una mentira sólo equiparable a la afirmación de que las bombas de Atocha las puso ETA. A mí lo que me duelen son otro tipo de peligros en el idioma. Siento que estén tan degradadas palabras como inteligencia, intelectual, periodismo, democracia, libertad, igualdad y fraternidad.

lunes, 15 de septiembre de 2008

CATALUÑA TIENE RAZONES MAS FUNDADAS

TRIBUNA: JOSEP LLUÍS SUREDA
EL PAIS (15-9-08)

Ni en bilateralidad ni en fecha límite la posición del Gobierno sobre financiación autonómica incumple el Estatuto. Los negociadores catalanes deben abandonar este argumento y también el victimismo

Sostener que las propuestas del Gobierno para la reforma del sistema de financiación autonómica incumplen el Estatuto de Cataluña parece haberse convertido en una proposición que por su evidencia no necesita de demostración alguna. Un axioma ampliamente utilizado por ciertos políticos catalanes con el consiguiente reflejo en sesudos diarios barceloneses. Pero no creo que sea ocioso contrastar su validez por dos motivos.

Montilla tiene razón. Cataluña tiene tantos pobres como habitantes tiene alguna comunidad

La Generalitat sólo debe pedir en materia de financiación un trato igual a los demás
Primero, no considero exacto afirmar que el Estatuto exige que dicha reforma se decida en una negociación bilateral Estado-Generalitat dentro del plazo que finalizó el 9 de agosto. Respecto de la bilateralidad, el Estatuto dice que la Comisión Mixta de Asuntos Económicos y Fiscales Estado-Generalitat (CMAEF) es "el órgano bilateral de relación entre la Administración del Estado y la Generalitat en el ámbito de la financiación autonómica" (artículo 210.1). Según el dictamen de la mayoría del Consejo Consultivo de la Generalitat emitido durante la tramitación de la reforma del Estatuto, sus competencias no plantean problemas de constitucionalidad "si se tiene en cuenta" que el mismo artículo dispone que el organismo bilateral "ejerce sus funciones sin perjuicio de los acuerdos suscritos por el Gobierno de Cataluña en esta materia en las instituciones y organismos de carácter multilateral".

Esta cláusula de salvaguarda respeta las competencias que la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA) atribuye a un organismo multilateral, el Consejo de Política Fiscal y Financiera, para aprobar la reforma del sistema de financiación autonómica dentro de un procedimiento que combina bilateralidad y multilateralidad, regulando las normas que, según el Estatuto, rige las relaciones de orden tributario y financiero entre el Estado y la Generalitat: la Constitución, el Estatuto y la LOFCA (artículo 201.1).

De la restricción estatutaria de la bilateralidad se desprende, además, que el Estatuto no podía establecer un plazo para llegar a dicha aprobación y, en efecto, el límite del 9 de agosto de su Disposición Final Primera se refiere a los acuerdos bilaterales de la CMAEF para la aplicación de los preceptos estatutarios en materia de financiación. La CMAEF parece funcionar con regularidad: en su reunión de 28 de julio se debatieron las líneas básicas del Gobierno y su adecuación a lo establecido en el Estatuto. Tanto si hubo acuerdo en este debate como si no lo hubo, se respetaron así las funciones que el Estatuto atribuye a la CMAEF y, dada su flexibilidad, tampoco se incumplió el plazo de la Disposición Final Primera porque en ella se prevé que la aplicación de los preceptos estatutarios pueda realizarse de manera gradual según su viabilidad hasta el 9 de agosto de 2011.

Segundo, permaneciendo en el terreno de lo básico, no me parece exacto afirmar que la propuesta del Gobierno no recoge los puntos fundamentales del Estatuto sobre financiación de la Generalitat, ya que ambos textos se ajustan por igual a la estructura del sistema de financiación de 2001. El artículo 206 del Estatuto refleja fielmente esta estructura al establecer que el nivel de recursos a disposición de la Generalitat tiene que basarse en las necesidades de gasto y ha de tener en cuenta su capacidad fiscal; que la población tiene que tomarse como la variable básica para determinar dichas necesidades, ajustada según otros criterios que sólo se enumeran; y que los recursos de la Generalitat son, entre otros, los que deriven de sus ingresos tributarios, ajustados al alza o a la baja en función de su participación en los mecanismos de nivelación y de solidaridad. Añadiré que las líneas básicas del Gobierno incorporan también la revisión quinquenal de los elementos estructurales del sistema y la revisión anual de los indicadores de necesidades, donde el Estatuto (artículos 206.4; 208.1) sí rompió con la vocación de permanencia indefinida del sistema de 2001.

Si de lo básico se salta al incumplimiento de algún precepto específico del Estatuto, tampoco parece muy bien hilvanado el argumento, tal vez porque estos preceptos no pasarán a la historia como ejemplos de claridad y coherencia, dos cualidades muy útiles para la seguridad jurídica en un ámbito delicado como las finanzas públicas. Así, se afirma que las líneas básicas incumplen la norma estatutaria (artículo 206.3) porque, a pesar de garantizar la nivelación en el conjunto del Estado de los servicios esenciales del Estado de bienestar (educación, sanidad, servicios sociales), no limitan la nivelación a estos servicios. Ciertamente, las líneas básicas incluyen además la garantía de financiación suficiente para todas las competencias transferidas a las Comunidades Autónomas (CC AA), pero, en este caso, sus críticos parecen olvidar que el principio de suficiencia también forma parte del Estatuto (artículo 201.2).

Una crítica legítima, situada en un terreno distinto y menos emocional que el de los incumplimientos del Estatuto, sostiene que las líneas básicas no proporcionan los elementos necesarios para que la Generalitat pueda valorar razonablemente el alcance de la reforma y la incidencia que tendrá en su propia financiación. Así sucede cuando se objeta la propuesta del Gobierno porque remite genéricamente a la búsqueda de un acuerdo para ponderar las variables, especialmente la población, a tener en cuenta en el reparto de la financiación entre las CC AA. Esta crítica tiene el valor añadido de aproximarnos al verdadero problema que el sistema vigente plantea a la financiación de la Generalitat.

En el sistema vigente, aparentemente, la población desempeña el papel preponderante como indicador de las necesidades de gasto: el 94% de la financiación global correspondiente al bloque denominado de los servicios comunes se reparte entre las CC AA según la población; el 75% de la correspondiente a los servicios sanitarios según la población protegida y el 24,5% según la población mayor de 65 años; y el 100% de la correspondiente a los servicios sociales, según la población mayor de 65 años. De estas pautas de reparto debería resultar una razonable aproximación a la distribución equitativa de los recursos, si se comparte la opinión muy extendida de que la población total, o segmentos específicos de la población según la naturaleza de los servicios públicos, son buenos indicadores de las necesidades de gasto.

Sin embargo, el sistema vigente no produce este resultado porque la distribución de recursos según los indicadores objetivos queda distorsionada mediante la aplicación de diversos artificios de ajuste, principalmente las asignaciones de fondos específicos cuando concurren determinadas circunstancias, las llamadas reglas de modulación que imponen topes máximos o garantizan mínimos en el crecimiento de los recursos y la llamada garantía del statu quo para que ninguna comunidad autónoma tenga menos recursos que con el sistema anterior.

La aplicación de estos artificios, que incluyen importantes flujos de solidaridad interterritorial totalmente opacos, desemboca en una disparidad arbitraria de la financiación por habitante de las CC AA discriminatoria para Cataluña. Curiosamente, los negociadores catalanes de las reformas del sistema, aprobadas entre 1980 y 2001, siempre se declararon satisfechos con lo aprobado mientras el verdadero problema de financiación de la Generalitat se iba complicando cada vez más. Si no quieren volver a fracasar, los negociadores actuales deben concentrarse en aunar voluntades de las otras CC AA para conseguir, como proponen algunos expertos, que estos artificios sean reemplazados por un mecanismo específico de realización de los principios de nivelación y de solidaridad, sujeto a reglas objetivas y transparentes.

Claro que un buen diagnóstico del problema y una propuesta de solución técnicamente viable no bastan para conseguir la coincidencia de voluntades, si se yerra la estrategia negociadora en la que sobran los elementos que han contribuido a diseñar la imagen del catalán victimista e insolidario: los incumplimientos del Estatuto que no existen, la utilización del déficit fiscal de Cataluña como medida de su solidaridad, el regateo en la nivelación territorial de los servicios públicos, o las estimaciones de los recursos adicionales que han de corresponder a la Generalitat con la reforma basadas en cálculos que se descalifican por sí solos con sólo observar los amplios márgenes entre las cifras máximas y mínimas que proponen. Para convencer de que los ciudadanos de Cataluña tienen derecho a servicios públicos de un nivel similar al de los ciudadanos de otras CC AA que se encuentren en condiciones similares, hay que apoyarse en la exigencia esencial del Estatuto, que Cataluña reciba en el sistema de financiación un trato igual al de las restantes CC AA (artículo 201.4), y demostrar que la discriminación sólo perjudica a los sectores de población con rentas más bajas, que también existen en Cataluña hasta el punto que, como recordó el presidente Montilla en un notable artículo en este periódico (EL PAÍS, 10-5-2008), las últimas estimaciones de Cáritas indican que Cataluña tiene tanta población situada por debajo del nivel de pobreza como habitantes tiene alguna comunidad autónoma.


Josep Lluís Sureda es catedrático jubilado de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona.

sábado, 13 de septiembre de 2008

ARGUMENTOS ETNICISTAS

POR JOAN B. CULLA I CLARÀ 12/09/2008
Publicado en El País

Permítanme que rebobine un poco la película, porque la velocidad a la que ésta se proyecta puede hacernos olvidar secuencias todavía bien recientes y, con ello, perder el hilo del guión.
En Madrid creen que el grado de sumisión al PSOE depende del lugar de nacimiento o de las zetas del apellido
Cuando, desde principios de la pasada década, irrumpió en la agenda política el asunto de la insuficiente financiación catalana, los dos grandes partidos españoles adoptaron, de modo alterno y sucesivo, una actitud crítica, refractaria u hostil ante la cesión a la Generalitat, primero, del 15% del IRPF, después del 30% de dicho impuesto, etcétera. Entre 1993 y 1996 el Partido Popular, acto seguido el PSOE, denostaron las cesiones del último Gobierno de González y del primero de José María Aznar, respectivamente, al chantaje de Jordi Pujol y pusieron en la picota la insolidaridad de Convergència i Unió. ¿Qué otra cosa puede esperarse -argüían desde Ferraz una vez perdido el poder- de una formación nacionalista y, por añadidura, de centro-derecha, o sea burguesa? Cuando la Generalitat tuviera un presidente de izquierdas, socialista, entonces el debate político, institucional y presupuestario Barcelona-Madrid, o Cataluña-España, adquiriría sin duda otro sesgo.
Ese momento llegó a finales de 2003. No con los rasgos exactos que habían imaginado algunos de quienes lo anhelaban, pero llegó; y Pasqual Maragall fue investido con el collar de Macià. Sin embargo, bien pronto la cúpula del PSOE y sus entornos intelectuales empezaron a ser presa de una cruel decepción: el Maragall presidente, abanderado de las demandas neoestatutarias, resultaba para el socialismo español otra vez gobernante tan antipático y perturbador como Pujol. Incluso más, porque mientras a éste se le podía despachar con el doble epíteto de conservador y fenicio; en cambio, Maragall, el mítico alcalde de la modernidad olímpica, era uno de los nuestros.
Desde el Manzanares cundió pronto una explicación oficiosa a esta extraña metamorfosis: Maragall se había vuelto nacionalista y arrastraba al PSC por el mal camino. Después de todo -precisaban los más eruditos-, ¿qué otra cosa cabía esperar de esas élites de Sant Gervasi, de esos hijos de pintores o nietos de poetas, tan ajenos a la sensibilidad obrerista de los votantes del Baix Llobregat? De ahí -estoy esquematizando- la apuesta de La Moncloa por desembarazarse de Maragall y poner en su lugar a José Montilla; al mismo Montilla al que, poco antes, el entonces ministro Jordi Sevilla había descartado por charnego. Su itinerario de Iznájar a Cornellà, con escala en el marxismo-leninismo antifranquista, parecía inmunizarle contra el tenaz y contagioso virus del nacionalismo catalán. Con él en la plaza de Sant Jaume, la tranquilidad de Ferraz quedaría garantizada.
De eso han pasado apenas dos años pero, tal como están las cosas, parecen dos siglos. Alrededor de la nueva financiación autonómica, las relaciones entre el PSC y el PSOE han alcanzado un nivel de tensión desconocido desde el debate de la LOAPA en 1981. Y Montilla pronunció su ya célebre discurso del 20 de julio: "Te queremos mucho, José Luis, pero queremos más a Cataluña". Y la mera incertidumbre sobre el voto de los 25 diputados del PSC en el Congreso a los Presupuestos Generales para 2009 ha disparado en Madrid todas las alarmas, incluso todas las histerias.
Tanto es así, que el otro día, en Rodiezmo, dieron suelta a Alfonso Guerra en el rol de cancerbero de las esencias, de homólogo de Aznar en el otro hemisferio político. Y el ex vicepresidente, pañuelito rojo al cuello, acusó sin nombrarlos a Montilla y al PSC de egoísmo, insolidaridad y chantaje -los reproches clásicos contra Pujol-, de traición a la causa del socialismo por defender con tanto ahínco los intereses de la financiación de Cataluña y por hacerlo -¡pecado nefando!- de modo unitario, juntas "la izquierda y la derecha". "¿Qué queréis? ¿Qué vuelva a gobernar el PP con los nacionalistas?": ese fue el argumento supremo de don Alfonso para desarmar la beligerancia de sus correligionarios catalanes.
Ha habido otras reacciones más sofisticadas, pero por eso más inquietantes. Ciertos columnistas de la Villa y Corte no entienden cómo es posible que, apellidándose Montilla o Zaragoza, los dirigentes del PSC se atrevan a sostener que éste es un partido distinto e independiente del PSOE. Según tal criterio de análisis -que no cabe calificar más que de etnicista-, el grado de sumisión orgánica a Madrid dependería ante todo del lugar de nacimiento o del número de zetas en el apellido. Que los Obiols, Nadal, Maragall o Castells sean catalanistas más o menos díscolos, pase; es algo que debe sufrirse como una tara genética. Pero que desafíen al PSOE los Montilla, De Madre, Pérez y Zaragoza, eso contradice los orígenes y bordea la apostasía.
De acuerdo con esta asombrosa clave de lectura -asombrosa en la pluma de personas inteligentes y progresistas-, los éxitos del PSC en las urnas desde 1977 se sustentan sólo sobre el magnetismo ideológico-identitario que Felipe en su día, Zapatero hoy, ejercen entre las masas trabajadoras de expresión castellana. Sin ellos, la tarea gestora de tantos alcaldes socialistas desde Girona a L'Hospìtalet y de Lleida a Sant Adrià, la formidable labor de construcción de partido impulsada pacientemente desde la calle de Nicaragua, no habrían servido de nada. Con lo cual la moraleja, o la amenaza, es transparente: si, arrastrado por sus veleidades nacionalistas, el PSC perdiese el apoyo de la marca PSOE y de su secretario general, no volvería a comerse una rosca electoral en la vida.
No, no está siendo ni será nada fácil resistir estas presiones. Pero el socialismo catalán ha llegado ya tan lejos, que un retroceso brusco podría serle devastador.




miércoles, 3 de septiembre de 2008

VÍCTIMAS O VICTIMISTAS

TRIBUNA
ORIOL BOHIGAS 03/09/2008 EL País

Durante mucho tiempo se ha acusado a los catalanes -y a la política catalana- de adoptar actitudes victimistas en su confrontación con España, es decir, de exagerar agravios y malevolencias como argumentos para lograr algunas compensaciones, aunque sean migajas caritativas o simple reconocimiento de la hipocresía opaca de la conllevancia. La calificación de victimismo tiene doble filo: por un lado, desacredita el contenido real de las reivindicaciones o las reduce a caricaturas y caprichos merecedores de un desprecio benevolente; por otro, castiga la moral de los ciudadanos que acaban acostumbrándose a aceptar mansamente soluciones siempre muy por debajo de las reclamadas. La desilusión continua, la pérdida de autoestima, el regodeo de la impotencia: ésos son sus resultados. Es decir, la acusación de victimismo a una sociedad y a una política es una manera de disfrazar las injusticias, pero la asimilación social del conformismo victimista comporta la pérdida del empuje y la identidad de esa sociedad, un pueblo habituado al fracaso, un rebaño paciente en el que todos estamos dispuestos a ofrecer la otra mejilla para un segundo bofetón.
No podemos asumir tanta cuota de solidaridad como se nos asigna
Últimamente han aparecido -incluso en términos oficiales- muchos datos objetivos que sitúan mejor y, al parecer, definitivamente las justificaciones de aquellas quejas reivindicativas. Con la tramitación del Estatuto y sus secuelas de mentiras y traiciones los antiguos greuges de Cataluña se han confirmado de manera irrevocable. Y la sociedad catalana parece que por fin ha asumido como realidades ya incuestionables la injusticia de las balanzas fiscales, las insuficiencias infraestructurales, el desprecio de las identidades, la marginación centralista y toda una serie de circunstancias que dificultan o anulan el progreso social y económico del país. Y todos nos hemos dado cuenta de que los argumentos considerados "victimistas" eran en realidad referencias verídicas. Ha quedado más claro que, efectivamente, éramos víctimas y no victimistas. Y que, a pesar de los esfuerzos de la sociedad civil para mantener con dificultades la progresión económica, teníamos déficit gravísimos que no se pueden resolver sin conquistar equidades fundamentales.
Se han reconocido insuficiencias estructurales en el planteo funcional del aeropuerto, en las cercanías ferroviarias, en el trazado del AVE, en los sistemas energéticos, en el suministro de agua, en la enseñanza y en la cultura que la sociedad civil y el Gobierno autónomo -ni siquiera exigiéndoles más orden y más eficacia- no pueden resolver sin recomponer previamente la financiación estatal. Y en estas condiciones, sin superar las insuficiencias que nos empobrecen, no podemos afianzar el país, ni, además, asumir tanta cuota de solidaridad como se nos asigna. Hace poco un político bien informado ha tenido que reconocer que en Cataluña hay más pobres que habitantes en alguna de las autonomías españolas -por ejemplo, Extremadura-, aquellas que consumen buena parte de nuestra participación solidaria, un dato importante para definirnos como víctimas reales y no como victimistas, un dato que los líderes políticos deberían declarar con más claridad, más exigencia, sin cobardía ni pudor mojigato.
¿Los partidos políticos catalanes y sus líderes están a la altura de la nueva situación ante la posibilidad de solidificar esa nueva conciencia colectiva? No. No lo están. No han sido capaces ni de mantener una unidad táctica y estratégica ante los abusos españoles. Han aceptado el incumplimiento de un compromiso estatutario de altísimo rango legal y acabarán refugiándose otra vez en el recurso plañidero de un nuevo victimismo sin soluciones definitivas, entre excusas fatalistas y acomodaticias. Estamos más dispuestos a llorar que a luchar. Entre el pacto Mas-Zapatero en la Moncloa y el De la Vega-Saura en un hotel de Vilanova, hemos pasado una serie de episodios incalificables, de renuncias sospechosas, de luchas por ridículas prebendas partidistas que acaban solidificando la idea de que Cataluña no se merece mejor trato del que recibe porque no se atreve a defenderse como víctima y prefiere seguir jugueteando con un victimismo pobre, decadente, conservador, sin ningún gesto discretamente heroico.
La posición de algún partido catalanista radical que votó negativamente en el referéndum del Estatuto pudo parecer un exabrupto o incluso una exageración estratégica, pero, con el complicado y desafortunado proceso de estos últimos meses, cabe preguntarnos si una negativa clara de los catalanes no nos habría llevado a una situación menos bochornosa que la actual, con mayor capacidad para la efervescencia del diálogo, menos acorralados en fatalismos insuperables, quizá más esperanzados en una posible renovación de las fuerzas políticas. No olvidemos que el victimismo es una fórmula muy eficaz para desmoronar una sociedad dispuesta a abandonar la lucha en defensa de sus intereses y su identidad.
¿Qué pasará cuando aparezca el dictamen del Tribunal Constitucional? ¿Será otro bofetón? Después de éste, ¿qué nueva mejilla podremos ofrecer para seguir demostrando nuestras preferencias victimistas cuando no sabemos defendernos como víctimas reales?
Oriol Bohigas es arquitecto.