jueves, 16 de julio de 2009

CATALUNYA Y ESPAÑA, OTRA VEZ

Catalunya y España, otra vez

Lluís Foix

LA VANG 17 7 09

La fragilidad política de Zapatero lo ha empujado a dar vía libre a un nuevo modelo de financiación
Vuelve el viejo contencioso entre España y Catalunya a raíz del nuevo modelo de financiación autonómica, que no es sólo un reparto más equitativo de recursos en el marco del Estado autonómico, sino que abre la vía a una España federal. Coincido con el conseller Castells al poner el máximo énfasis en que es un cambio de modelo sobre el que se podrá construir una relación más justa entre las comunidades autónomas sin que el principio de subsidiariedad sea tan desproporcionado como hasta ahora. Un ciudadano de Catalunya puede aportar más al resto de sus conciudadanos, pero en ningún caso recibir menos del Estado como ha sido el caso hasta ahora.

¿A qué viene este atropello mediático de buena parte de la prensa de Madrid contra Catalunya? Manuel Azaña lo decía ya en 1933 cuando se aprobó el primer Estatuto catalán al expresar su convencimiento de que las malas inteligencias entre Catalunya y el resto de España nacen, entre otras causas, de una muy importante, que es la ignorancia.

También de la resistencia a admitir que el hecho diferencial existe por razones históricas y culturales. En un ambiente parecido de clara hostilidad anticatalana, Cambó se dirigió a los políticos de la derecha españolista con aquella sentencia tan conocida: pasará este Parlamento, desaparecerán todos los partidos que están aquí representados, caerán regímenes y el hecho vivo de Catalunya subsistirá.

No es solamente la derecha política la que no acepta la diferencialidad catalana, sino también una parte de la izquierda y el sentimiento muy extendido en la opinión pública española.

La fragilidad política de Zapatero lo ha empujado a dar vía libre a un nuevo modelo de financiación que, en realidad, es un replanteamiento en profundidad de la organización territorial del Estado en el que Catalunya se pueda sentir cómoda y justamente tratada.

Los grandes estados del mundo, desde el imperio romano hasta el austrohúngaro pasando por Estados Unidos y el Reino Unido, son ejemplos de una riquísima diversidad de naciones, culturas, paisajes humanos, usos y tradiciones que han mantenido una unidad aparentemente precaria pero que ha sido su gran fuerza.

Mientras no se acepte con normalidad que hay más de una manera de sentirse español, mientras todo lo que venga de Catalunya sea sospechoso, mientras todo valga para atizar a los catalanes, aumentará la desafección y crecerá el sentimjento independentista. Estoy de acuerdo con Rafael Jorba cuando dice que "estamos delante de la última oportunidad de poder vestir una Catalunya libre y plena, en el marco de un Estado español que haga de la identidad del otro el fundamento de su fortaleza".

Las raíces del catalanismo son culturales, cívicas, integradoras e históricas. ¿Cuesta tanto entenderlo?

SERA EL PP ALIADO DE ESQUERRA?

Por Pilar Rahola La Vanguardia 16 7 09

No hay duda de que, contra el PP, ERC vive mejor, y en el victimismo fluye su mejor resultado
Enric Juliana lo ha explicado con su natural perspicacia. Dice que esta vez, el terremoto anticatalán no llegará a la escala 7,5 del que sacudió la villa y corte en el 2005, cuando se llegó a leer la pintada "no entrar, que son catalanes", frente al supermercado de Castelló con María de Molina. Fueron tiempos de verbos airados en los micrófonos reclcitrantes, de declaraciones delirantes, en las bocas de rancios líderes, de frontismo abrupto y agresivo. Fueron tiempos en que la campaña del PP alimentó el odio de unos, y el victimismo de otros, hasta el punto de que se establecieron vasos comunicantes entre la estrategia electoral del PP y la de ERC, ambos alimentados por la confrontación catalana. Después llegó la dura realidad para el PP frontista, su hundimiento en Catalunya, su alejamiento del centro racional, y el golpe de Estado de Mariano Rajoy, que acalló los ruidos, controló las furias internas y centró el discurso. Sin embargo, la tentación catalana quedó danzando en las esquinas de la calle Génova, y aún tuvo ocasión de dar antipáticos coletazos. Véase, por ejemplo, la nefasta campaña del PP sobre el catalán en las escuelas, cuando las europeas, uso de niños incluido. Pero, a pesar de esos grotescos ataques de fiebre, es de recibo reconocer que el PP actual está intentando poner sordina al debate catalán, y con él, intenta establecer una nueva relación con esta díscola tierra. Aunque, la pesada herencia del recurso pepero en el Constitucional no construye, precisamente, puentes de diálogo. Más allá, sin embargo, de las hipotecas del pasado, la actualidad facilita un magnífico termómetro para atisbar o desmentir este nuevo paradigma de la derecha española. Sin duda, la reacción del PP respecto al acuerdo de financiación dará la medida del cambio. ¿Se dedicará el PP a despertar a las furias anticatalanas? ¿Usarán, sus líderes autonómicos, la demagogia del agravio económico, como tantas veces han hecho? O ¿intentarán construir una crítica racional, que no pasepor la confrontación territorial, sino por la lógica política?De momento, parece que se impone el sentido común, que es tanto como decir que Rajoy manda más de lo previsible.

Si el terremoto, pues, se mantiene en la escala 4 que prevé Enric Juliana, la carga del tema pasa al otro lado del espectro, allí donde el anticatalanismo facilita la estrategia. ERC necesita, como agua de mayo, la confrontación con la España pepera. No hay ninguna duda de que, contra el PP, ERC vive mejor, y es en el victimismo donde fluyen sus mejores resultados. ERC debe hacer muchas piruetas, justificar las renuncias del acuerdo, venderlo a sus huestes y no morir en el intento. Si el PP se desmelena, ERC adquiere la heroicidad perdida. Pero si se queda sin enemigo malo, ¿cómo explicará la naturaleza de sus amigos?