Carta al señor Juan Luis Cebrián
He leído con atención su artículo en el periódico El País ”Escolta,
Catalunya”. He sido lector diario de El País des de su creación hasta
hace un tiempo cuando poco a poco advertí que este periódico se iba apartando,
a mi modesto entender, de su espíritu fundacional.
Le agradezco de entrada que por fin haya usted reaccionado. La
manifestación de Cataluña del 11 de septiembre seguramente le ha hecho
reflexionar. Pero no se equivoque los hechos vienen de lejos. Si su periódico
hubiera estado más permeable a Cataluña seguramente se hubiera dado cuenta
antes.
Plantear que la independencia es una “quimera” o una “ensoñación” es
solamente un prejuicio. La realidad es que una parte creciente de Cataluña
quiere ser tan independiente como España. No nos hagamos trampas al solitario.
Se equivoca usted cuando afirma que el éxito de la manifestación de debe “a
la habilidad que han tenido los líderes nacionalistas para adjudicar la culpa
de la crisis económica” al gobierno de España. Aunque algo pueda haber de ello,
el cabreo viene de lejos, cuando no había crisis económica. Lo cierto es que
Artur Mas intentó convocar una manifestación para el 11S para favorecer el
Pacto Fiscal y la ola le ha pasado limpiamente por encima destrozándole toda su
estrategia para la legislatura obligándole incluso a convocar nuevas
elecciones. No piense además que los catalanes tenemos unos líderes tan buenos
y potentes como para conseguir que tantos catalanes vayan a una manifestación
engañados.
Usted afirma: “Sometidos a la propaganda del populismo rampante, olvidaban
que su dinero (el derivado de los impuestos) no es en realidad de ellos, sino
de todos”. Lo mío es mío y lo de ellos es de todos No hace falta insultar las
voces contrarias tildándolas de “populismo rampante”, y hay una parte de razón
–pequeña o grande, pero una parte- en las demandas catalanas. La mayoría del
Parlamento de Cataluña ha pedido muchísimas veces la publicación de la balanzas
fiscales, algo que en cualquier democracia seria inconcebible no hacer y cuando
por una vez se hizo se pudo ver que efectivamente les fuerzas políticas
catalanas tenían razón. Se puede discutir si el déficit fiscal es de 16.000
millones de euros o menos, pero lo que es incomprensible es que Cataluña pierda
ordinalidad en el reparto final. ¿Por qué no se ha discutido como arreglar-lo
al menos en parte? En democracia no se puede apelar a la falta de transparencia
del destino de los impuestos.
No me parece tampoco coherente defender que País Vasco y Navarra tienen
derecho al concierto económico porque suponen una “devolución de los fueros”.
En que quedamos. Cataluña también tuvo fueros, los llamamos “Constituciones
catalanas”, lo que usted no puede argumentar es que para ellos se puede hacer
una excepción pero con Cataluña no porque “haría inviable el Estado mismo”.
¿Qué clase de argumento es ese? ¿No se da cuenta que alimenta la idea que
España es una rémora para Cataluña? Menos mal que no utiliza el argumento del
Tribunal Constitucional cuando afirma que el decreto de nueva planta de 1716 es
la razón para que Cataluña no pueda reclamar el concierto económico. Un gran
argumento para favorecer los planteamientos de los nacionalistas más radicales
y un argumento que da pábulo a la idea que hay derechos históricos. Los muertos
mandan sobre los vivos ¡Brillante!
Utiliza una cita de Tuñón de Lara fuera de contexto y de forma
desafortunada ya que parece una amenaza inquietante: “no excluye la coacción
física”.
Coincido con usted en que el catalanismo hecha raíces en una cultura
multicentenaria, ya que existe Generalitat de Catalunya desde el siglo XIII.
También coincido con usted en citar a Francisco Pi i Margall como fuente de
inspiración del federalismo y del progresismo español (Su feudo mi ciudad
Sabadell de la que fue repetidamente diputado). No así del juicio que hace de
Prat de la Riba un hombre profundamente conservador y nada federalista.
Utiliza unos términos muy duros, por ejemplo cuando afirma que “la
República Española se apresuró a cortar este conato independentista y lo
recondujo hacia la aprobación de un Estatuto de Autonomía”. Es cierto que
Francesc Macià proclamó la república catalana, pero no es menos cierto que de
parte de la República Española se mandó ni mas ni menos que a Fernando de los
Ríos a Marcel·lí Domingo i a Luis Nicolau D’Olwer para negociar una salida!
Nótese que esto es como si hoy desde Madrid se mandara una delegación formada
por Ignacio Escolar, Carod Rovira (biógrafo de Domingo) y Roca Junyent. No
utilizaron términos como “nos hemos cepillado el Estatut” sino que con un gran
conocimiento sobre la historia de Cataluña propusieron recuperar elementos de
la rica tradición institucional catalana como el gobierno de la Generalitat.
Qué diferencia, señor Cebrián!
Cuando usted afirma “Cataluña no ha tenido ni tiene poder político
suficiente para separarse de España, y no lo hará” no se da cuenta que estos
argumentos ya no valen. No se trata de tener poder, sino de voluntad de ser. Si
la mayoría de catalanes quiere separarse de España ¿Cual será la respuesta
democrática?
No entiende usted lo que pasa estos días en Cataluña. El Presidente de la
Generalitat no quería la independencia, quería el Pacto fiscal. No se
equivoque, la gran manifestación ha sido un gran tsunami que le la obligado a
rectificar. Y claro, la escasa visión política de una clase política española
incapaz de no ver lo que no quiere ver hace el resto. Ejemplo claro de lo que
digo es la actitud de TVE de llevar a noticia número cinco la manifestación del
11 S. Ojos que no ven corazón que no siente.
Tampoco entiendo la expresión de que el catalanismo “amenaza con despertar
a la fiera del nacionalismo español”. Este tipo de amenaza es lo que los
catalanes de 50 años para abajo no están dispuestos a aceptar. Se ha acabado el
miedo señor Cebrián.
Una
determinada parte de España se parece a veces a la Iglesia católica empeñada de
siempre a hacer católicos a hostias, España parece también querer hacer
españoles a hostias. ¿Y si se prueba otra forma?
No entiendo su afirmación de que el señor Mariano Rajoy ha sido prudente,
señor Cebrián. Rajoy es un avestruz que en vez de arreglar un problema plantea
que no hay camino de salida. Por otro lado alabo su valentía de proponer una
reforma de la Constitución, más vale tarde que nunca. Pero no ayuda en nada
analizar los manifestantes catalanes despreciándolos como productos de la
“mente calenturienta”.
No se porque da por supuesto que una separación de Cataluña de España
supusiera salir de Europa, ni porque España vetaría la reentrada de un pueblo
hermano (expresión de Francesc Macia en la misma proclamación de la república
de 1931) para que sufriera una “decadencia galopante”.
Quien esto le escribe ni fue a la manifestación, ni se considera
nacionalista. Soy un federalista partidario de entenderse con los otros pueblos
de España pero que poco a poco ha visto como todas las posibilidades de
entendimiento se han ido cerrando por la cerrazón de una clase política y
mediática madrileña incapaz de entender cosas obvias. Una de ellas y principal
que Cataluña es una nación. Todos los partidos del antifranquismo catalán
TODOS; estábamos de acuerdo en eso. Hay que tener presente que los residuos
franquistas en Cataluña son mucho menores que en España. Véase por ejemplo el
peso electoral residual del PP en Cataluña.
No entiendo la miopía política de la izquierda española. Cuando se planteó
la reforma del Estatuto, Pasqual Maragall no realizó una maniobra táctica, como
ustedes El País entendieron, era una gran ocasión histórica de plantear
un federalismo asimétrico. Como usted sabrá el federalismo español es
asimétrico porque es librepensador. Porque surge de un principio rector
pimargalliano de republicanismo liberal construido a partir del ciudadano,
añadiendo además el método de “tradición pasada por el tamiz de la razón”. Si
se hubiese respetado el estatuto que salió de Cataluña, no hubiera pasado nada.
Se hubiera llegado al concierto económico en 15 años y toda una generación de
federalistas y independentistas se hubieran dado por satisfechos. Lo laminaron
primero en Madrid con una visión de murciélago y luego se aceptó la resolución
de un impresentable Tribunal Constitucional que no cumplió ni sus propias
normas y que hizo una interpretación contraria a padres de la Constitución como
Roca Junyent. Al final terminó cercenando la parte de fundamental del Estatuto
reformado y del anterior, Acabó humillando a todo un pueblo que lo había votado
en referèndum. Por eso la gran manifestación de hace dos años. Ustedes en El
País consideraron un tema menor desoyendo la significación de la
manifestación. Pasó una gran oportunidad para la izquierda española. Faltó
visión. ¿Porque Felipe González no salió a defender el federalismo asimétrico y
la reforma de la constitución en aquellos días? Sólo Santiago Carrillo entendió
su significado acudiendo a la cita del Ateneo cuando se presentó es Estatut en
Madrid.
Ahora mal que me pese llegan tarde, los federalistas estamos ya ahora en
franca minoría, emparedados entre el independentismo y una muralla de
indiferencia en el resto de España. Nosotros hemos fracasado, pero a la
izquierda española es posible que en el futuro le falte la izquierda catalana,
imprescindible siempre en todos los intentos de convertir España en un país
decente desde 1820.
Pienso que un demócrata tendría que decir lo mismo que Vicente del Bosque y
además que en caso de establecerse un estado catalán propondría que España
votara a favor de su reingreso en la UE y establecer una rápida sucesión de
acuerdos fraternales de colaboración.
Creo sinceramente que es tarde pero El País podría jugar en el
intento de crear un escenario federal real. Primero repensado su edición de
Cataluña –¿no lo podrían hacer en catalán? Hasta el diario conservador La
Vanguardia les ha pasado por la izquierda. Segundo haciendo pedagogía de
Cataluña como una nación y por tanto sujeta a la posibilidad de decidir en
consulta o referéndum su futuro. Y tercero planteando que quiere decir un
estado catalán dentro de España.
No soy nadie ni represento a nadie pero aquí van unas sinceras reflexiones.
Jordi
Serrano Blanquer
Historiador y ciudadano sabadellense
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