domingo, 7 de diciembre de 2008

LA CARTA MAGNA PIDE UNA ITV

Editorial de La Vanguardia, 7-12-08 bajo el título de "1978 pide una ITV "

Se cumplen 30 años de la Constitución de 1978, la convención democrática más estable que España ha tenido a lo largo de su atormentada historia. Han sido los mejores treinta años desde que en Flandes se puso el sol. Desde que se inició la agónica decadencia del imperio colonial, es la primera vez que democracia y bienestar económico van juntos durante un largo periodo de tiempo, formando un círculo virtuoso capaz de dotar al régimen parlamentario de una sólida raíz social. Con todas sus contradicciones y defectos - y con grandes e inciertos retos de futuro-,España tiene hoy una sociedad democrática suficientemente madura. Como señalaba ayer el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, la democracia española es muchas veces más apreciada y reconocida en el exterior que en el interior de un ruedo ibérico siempre obsesionado por sus peleas y confrontaciones. España es así. Quizá sea esta una señal de madurez. Todo sistema tiende a la rutina. Y en algunos momentos es necesaria la reforma.

La democracia está asentada en España, pero el régimen constitucional comienza a presentar signos de fatiga que invitan a acudir al taller de reparaciones. Es evidente que la cuestión territorial sigue chirriando. España puso en marcha en 1978 una dinámica de carácter federal sin que fuese capaz de dotarse de unos mecanismos constitucionales explícitamente federales, dados los serios condicionantes del momento: la propia inmadurez del cuadro político, el riesgo de involución militar y la tenaz estrategia desestabilizadora de ETA. España práctica un "federalismo inconsciente" (expresión acuñada, no sin acierto, por Francisco Caamaño, actual secretario de Estado de Asuntos Constitucionales y Parlamentarios) que debería desarrollarse mediante normas de solidaridad objetivas y eficaces mecanismos de representación de los intereses de las regiones y nacionalidades que la Constitución reconoce e impulsa. La transformación del Senado en cámara territorial es cada día más inevitable.

¿Requiere ello la modificación de la Constitución? Llegados a este punto, los treinta años de éxito democrático embocan un círculo vicioso: no hay acuerdo para la reforma por falta de consenso y no se alcanza el consenso porque los principales partidos contemplan la modificación constitucional con ópticas muy distintas. En el actual contexto, la citada reforma podría convertirse en un incierto campo de Agramante, poco o nada aconsejable dada la severidad de la crisis económica. Las tensiones sociales de los próximos meses podrían convertir la reforma de la Carta Magna en piedra de toque de una áspera y peligrosa confrontación. Conscientes de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy coincidieron ayer en que "no es el momento" de abordar cambio alguno.

De acuerdo, quizá no sea el momento adecuado, pero los problemas institucionales de fondo seguirán existiendo pese a la crisis. Es más, esta los puede acentuar e incrementar. En tales circunstancias, cobra especial relevancia el inminente veredicto sobre el nuevo Estatut de Catalunya, toda vez que la iniciativa catalana transporta una evidente relectura de la Constitución en clave autonomista. Ello está en manos del Tribunal Constitucional, cuya desmesurada politización partidista es un grave indicador de las reformas necesarias. La crisis invita a la cautela, pero es evidente que el círculo virtuoso de 1978 necesita pasar la ITV.

Nota de PB:
Estos artículos sobre la Constitución siempre tienen relación, directa o indirecta, con Catalunya. Se atisba, en todos ellos, una demanda "federal", que los políticos no se atreven a llevar a cabo. Por ello, dejan las cosas como están. No necesariamente implican que yo estoy de acuerdo con todo lo que publica en esta pizarra. Pero sí creo que aporta información valiosa al debate que tenemos todos los días con los buenos amigos. Buenos amigos, lo cual no quiere decir que nuestrs ideas sean coincidentes. Este es realmemte el valor de la democracia
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